Los monólogos entre aspirantes a un puesto de elección popular disfrazados de debates, como el realizado por el PAN el martes, han sido sancionados por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que los ha considerado actos propagandísticos y ejemplo de adquisición de tiempo en medios electrónicos por parte de particulares, lo que está prohibido por la Constitución.
Mediante la sentencia SUP-RAP-0510-2011 se sancionó al candidato del PRD a gobernador de Nayarit, Guadalupe Acosta Naranjo, y la televisora XHKG-TV Canal 2 de Tepic, que transmitió el debate entre el perredista y los aspirantes del PAN Martha García y Jorge González, quienes formarían la alianza Nayarit Paz y Progreso.
El motivo de la sanción fue que el supuesto debate no existió sino una exposición de propuestas de campaña en medios electrónicos, lo que hace presumir que se trató de tiempo adquirido.
“El análisis de los videos permite advertir que se siguió un formato determinado, sin que hubiera algún rasgo de espontaneidad en la realización de los debates, por lo que se infiere que hubo una adquisición, puesto que se obtuvo un beneficio por parte de los entonces precandidatos y de los partidos políticos que integraban la extinta coalición Nayarit, Paz y Trabajo, ya que la transmisión de los debates no fue pautada en los tiempos oficiales asignados por el Instituto Federal Electoral, y no se realizó en favor de todos los precandidatos”, indica la sentencia presentada por el presidente del TEPJF.
El Tribunal estableció que la autoridad debe intervenir cuando se disfraza estos encuentros de ejercicio periodístico ya que la libertad de expresión tiene limitantes legales.
Esta intervención debe darse, señala la sentencia, en casos en los que “mediante un acuerdo previo ya sea expreso o tácito e implícito, escrito o verbal, se aprovecha el formato de los programas televisivos para otorgar simuladamente a un precandidato, candidato, partido político o coalición, mayores coberturas de su imagen, precampaña o campaña electoral dentro de un proceso comicial, afectándose con ello la prohibición expresa que deriva del contenido de los artículos 41 de la Constitución y 350 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales de contratar o adquirir tiempos en cualquier modalidad de radio y televisión, ya sea que su difusión por concesionarios o permisionarios sea de forma pagada o gratuita.
Para sustentar su sentencia, el Tribunal señala que la transmisión íntegra de los debates no se encuentra amparada en el ejercicio de la libertad de expresión ni en una actividad periodística por resultar claro que se adquirieron de forma indebida tiempos en televisión por parte de los partidos políticos con el propósito promocionar o posicionar a sus precandidatos y a la propia coalición.
La imagen de la confrontación
John F. Kennedy, hace 52 años, se encargó de reinventar la dialéctica platónica. De los entornos filosófico y científico transportó el diálogo político a un entorno mediático. Frente a la pantalla de televisión, 77 millones de estadunidenses observaron a Richard Nixon caer frente a la imagen del candidato demócrata (Kennedy). La imagen y el candidato son dos entes distintos. Mientras que Kennedy adaptó su imagen al lenguaje audiovisual maquillándose antes de entrar al estudio de televisión, Nixon rechazó los tintes en su cara; Kennedy contestó preguntas dirigiendo sus ojos a la cámara, Nixon no. Premisas primates de la era mediática.
El debate político es una confrontación, al menos, entre dos candidatos; cuando se ausenta la confrontación las intervenciones de los candidatos se convierten en “informes oficiales”. En los clásicos mapas ideológicos entre derecha e izquierda no tendría que existir el menor de los problemas para que los candidatos logren diferenciarse entre sí. Si el debate ocurre entre miembros del mismo partido (precandidatos), obligatoriamente se deben de estirar al máximo las diferencias que existen entre ellos. En Estados Unidos, los precandidatos republicanos, en sus recientes debates, han mediatizado sus divergencias sobre el aborto, migración y política exterior logrando posicionarse entre el electorado.
La telegenia es uno de los rasgos torales que determinan el éxito o el fracaso de los debates aunque no es la condición suficiente para ganar un debate. La seducción, en la pantalla de la televisión, se convierte en el mejor aliado del rating. Felipe González y José María Aznar se confrontaron frente a las cámaras de televisión en varias ocasiones. González, con mayor capacidad telegénica y experiencia en el manejo de medios, doblegó a Aznar en varias ocasiones excepto en la última en la que Aznar se preparó de manera exhaustiva y, sobre todo, Felipe González salió a las cámaras muy confiado. Tiempo después, Felipe González justificó su derrota por motivos de un accidentado viaje aéreo.
La imagen de la confrontación es lo que, en realidad, venden los candidatos al público que sigue los debates en radio y televisión.
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