Cuando Hollywood decide hacer el remake de una cinta, usualmente lo hace por dos motivos: evitarle al público norteamericano leer subtítulos (nada espanta más a la taquilla gringa como el que los obliguen a leer) y tonificar la trama para no herir las susceptibilidades propias de los vecinos del norte.

 

En su remake a la exitosa obra póstuma del escritor sueco Stieg Larsson, Män som hatar kvinnor (Hombres que odian a la mujer), el director David Fincher cumple únicamente con el requisito de hacer su película en idioma inglés, pero no se detiene en su afán de volver a esta una experiencia lo más desagradable posible. El director trabaja con un guion bastante fiel al libro y a la cinta sueca original (dirigida por Niels Arden Oplev), pero se muestra aún más apegado a sus propias obsesiones estéticas.

 

Responsable de cintas de culto como Se7en (1995) y Fight Club (1999), Fincher ha demostrado a lo largo de los años ser un director que no le teme a inmiscuirse en las catacumbas más tétricas de la depravación humana. No es un Cronenberg, claro, pero su sentido estético (proviene del mundo de la publicidad) no deja lugar a dudas: retratar monstruos es su especialidad; que se vean cool, su afición.

 

Así, a Fincher no le interesa hacer una versión edulcorada de la cinta original para que pueda ser consumida por el gran público, muy por el contrario, su manejo de la cámara, de las luces y la música (a cargo de su dupla favorita Reznor-Ross) hacen de este un thriller visual y auditivamente más impactante que el original estrenado en 2009.

 

La historia no tiene mayores modificaciones. El periodista Mikael Blomkvist (Daniel Criag), es contratado por Henrik Vanger (Christopher Plummer), un millonario industrial, para que investigue el asesinato de su nieta ocurrido hace 40 años. A media investigación (donde los principales sospechosos son los miembros de la familia Vanger), Blomkvist se alía con Lis Salander, una hacker investigadora vuelta heroína posmoderna y dark.

 

¿Es mejor esta cinta que la original? Más bien diría que son diferentes. La cinta sueca es un sólido thriller, bien ejecutado y narrado, que tampoco huía a las partes más polémicas de su guion, pero que en contraparte no ofrecía mayor cosa en términos cinematográficos. Fincher en cambio, con sus años de experiencia y un estilo por demás definido, agrega sensaciones que van más allá de la simple imagen, ya de por si perturbadora.

 

Pero lo que Fincher jamás logra descifrar, y por ende tampoco reflejar, es el subtexto de una Suecia cuyo retrato, tanto en la novela como en la película originales, dista mucho de ser el lugar ideal que el cliché le otorga, alertando ambas sobre el peligroso ascenso de la ultraderecha, el neo nazismo y la misoginia.

 

Fincher no ahonda en ello, lo suyo es el retrato frío, lúgubre, eficaz y terrorífico del monstruo; pero nunca se cuestiona de dónde vino ni el porqué de su existencia.

 

 

The girl with the Dragon Tatoo (Dir. David Fincher, 2011)

3 de 5 estrellas

Guión: Steven Zaillian, basada en la novela de Stieg Larsson. Producción: Cean Chaffin. Fotografía: Jeff Cronenweth. Con: Daniel Craig, Rooney Mara, Christopher Plummer, entre otros.