¿Hacia dónde va el consumo de energía?

Según el documento International Energy Outlook 2008 (IEO 2008), publicado por el Energy Information Administration, el consumo mundial de energía aumentará 50% de 2005 a 2030. La demanda global de energía crecerá a pesar del alto precio sostenido del petróleo, que es posible que se mantenga en los próximos años. El crecimiento más rápido de la demanda total de energía será para los países fuera de la OCDE, que crecerán 85% en la proyección del IEO 2008, comparado con un incremento de solamente 19% en el uso de la energía de los países de la OCDE.

 

Se espera que los líquidos permanezcan como la fuente de energía dominante, dada su importancia en los sectores transporte y la industria como consumidores finales. El uso mundial de líquidos y otros productos del petróleo crecerá de 836 millones de barriles por día en 2005, a 95.7 millones en 2015, y a 112.5 millones en 2030. Se estima que la participación de los líquidos en el consumo de energía mundial decline hacia el 2030, en la medida en que otros combustibles, como podrían ser las fuentes alternas de energía, los remplacen (Martínez, 2011).

 

Por otro lado y de acuerdo con las previsiones, la demanda de combustibles para el sector transportes en México alcanzará mil 800 millones de barriles en 2025. Actualmente, las importaciones de gasolinas representan cerca de 40% de la demanda nacional y se espera que este comportamiento se mantenga en el mediano plazo. Con relación a los demás combustibles que integran la demanda nacional de energía se espera que, a futuro, el gas natural siga siendo la principal fuente de suministro de los sectores industrial y eléctrico, aumentando su participación en el período 2009-2025. Por su parte, la demanda de gas LP se contraerá 0.3% anual debido a la disminución de los niveles de consumo en el sector autotransporte y a la creciente eficiencia en estufas y calentadores de agua del sector doméstico (Ceballos, 2011).

 

Retos por la demanda

Para los próximos 50 años, se requiere que México avance sustancialmente en la investigación científica en temas de energía, ya que la demanda de los países es mayor que la oferta actual de tecnología, por lo que cada país en el futuro deberá sentar las bases para que pueda satisfacer sus propias necesidades y así no depender de terceros. En este sentido, Eduardo Andrade propone cinco líneas de acción para que el país pueda invertir en investigación energética en los próximos 5 lustros, acciones que serían la base para la sustentabilidad en esta área:

 

• Sumarse al equipo de países que hacen aportaciones a la construcción del reactor ITER, que es un prototipo de fusión nuclear.

 

• Invertir mediante un fideicomiso en Iogen Corporation, una compañía canadiense líder en investigación en biocombustibles basados en celulosa.

 

• Incorporarse a la investigación sobre nanotecnología, que se lleva a cabo en la Universidad de Rutgers Estados Unidos, para células de combustible utilizadas en el transporte.

 

• Incorporarse a la línea de investigación que desarrollará Estados Unidos para aprovechar sus vastas reservas de carbón y utilizarlas en nuestros hidrocarburos con altos niveles de carbono.

 

• Finalmente, hacer un mapeo de los minerales comerciales radioactibles con técnicas modernas que pudieran mostrar que la opción nuclear podría aumentar nuestro nivel de autosuficiencia energética (Andrade, 2011).

 

La inversión en tecnologías energéticas para el país traería un doble dividendo: la protección del medio ambiente y el crecimiento económico. José Fernández Zayas comenta que todo esfuerzo por introducir ahorro en el desperdicio de la actividad humana genera mejores empleos. En este sentido, plantea que por cada millón de pesos ahorrados en energía eléctrica, a lo largo de quince años, se puede propiciar la inversión de aproximadamente 150 mil pesos (15% del primer dato), con lo cual se puede crear un empleo por cada 10 millones de pesos ahorrados. Lo anterior contrasta con el costo de crear un empleo nuevo en Pemex que es cercano a los 2 millones de dólares.Explica Fernández que dado que el potencial de ahorro a nivel nacional es del orden de los 100 mil millones de pesos cada año, el potencial de creación de empleos nuevos y de alta calidad sería de decenas de miles (Fernández, 2011).

 

Lo anterior deja clara la necesidad imperante que tiene nuestro país de destinar más recursos, tanto públicos como privados, a la inversión científica en nuevas tecnologías energéticas.

 

*Maestro en Políticas Públicas egresado del CIDE, coordinador del área de investigación y análisis en Contorno, Centro de Prospectiva y Debate.

 

paulo.cantillo@contorno.org.mx, @pcantillog

 

 

 

 

REFERENCIAS*

Eduardo Andrade, Una prospectiva tecnológica de la energía para México.

Gonzalo Martínez, Los estudios prospectivos al año 2050.

José Antonio Ceballos, Perspectiva de la industria petrolera en México, inversiones en refinación.

José Luis Fernández, El futuro de la energía en un contexto sustentable.

* Todos los artículos citados anteriormente pueden encontrarse en el libro Planeación estratégica de la infraestructura en México 2010 – 2035, Colegio de Ingenieros Civiles, 2011.