El tiempo empieza a dar la razón a Francisco Guillermo Ochoa.
Cuando el guardameta mexicano decidió marcharse al humilde Ajaccio de la primera división francesa, las opiniones fueron muy contrastadas, por no decir negativas. Se le criticaba que en su afán de jugar en Europa, estaba rebajándose a firmar con un club recién ascendido –y aspirante a volver de inmediato a segunda- de una liga que no está en la primera línea del continente.
A sus 26 años, Memo ya tiene larga carrera, amplios reconocimientos y no pocas adversidades; la suplencia en el Mundial 2010 siempre le implicará una dolorosa cicatriz, tal como el abandono de la Copa de Oro 2011 por el tema del clenbuterol.
Quizá en buena medida por dos veranos consecutivos en los que no logró proyectarse como hubiera deseado con la selección, terminó aceptando la oferta de tan débil y poco célebre club. En pocas palabras, invirtió en su futuro y pensó en el largo plazo. Sabedor de su capacidad, llegó a esa sufrida trinchera futbolística en la Isla de Córcega y decidió mostrar desde ahí su talento y personalidad.
De entrada brilló y pronto se consolidó como lo más destacado del plantel. La fragilidad de su línea defensiva le implicaba muchos goles en contra, aunque suficientes tiros a puerta para que se le pusiera atención. El Ajaccio avanzaba irremediablemente al matadero y llegados a la mitad del torneo pocos le auguraban opciones de quedarse en primera.
Y, de pronto, una racha impresionante: cuatro victorias consecutivas que han hecho al equipo corso escalar del último puesto a la posición 15. Si en las primeras 17 jornadas totalizó 9 escasas unidades, en las siguientes cuatro ha acumulado 12. El rally tendrá que seguir en la siguiente fecha cuando reciba al sotanero general, el Niza, con lo que podría verdaderamente alejarse de zona peligrosa y confirmar sus posibilidades de permanencia.
Los medios franceses a menudo colocan al mexicano la mejor calificación del Ajaccio y ahora hasta la suerte se le torna favorable, con oportunísimos postes repeliendo goles adversos.
Ochoa, condenado a ser lo rescatable de un equipo desahuciado, hoy tiene perspectivas de convertirse en héroe de club milagro.
Memo estaba cómodo en México: ídolo americanista, sueldo elevado, convocatoria segura a la selección, vivir cerca de amigos y familia. Por ello debe aplaudirse su decisión de luchar por crecer en otro entorno y ha de valorarse su esfuerzo.
Invirtió en sí mismo y los números empiezan a cuadrarle.
@albertolati