Pasado mañana jueves 9 iniciará en Brasil una primera ronda de negociaciones entre los gobiernos de México y Brasil para renegociar o cancelar un acuerdo de libre comercio en materia automotriz firmada entre ambos gobiernos en 2002 y que en los últimos meses ha sido motivo de reclamos por parte del gobierno brasileño.

 

El 27 de noviembre de 2002 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el llamado Acuerdo de Complementación Económica Número 55 (ACE 55) entre México y los países del Mercosur formados por Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil. Los acuerdos que firmó México con cada país miembro del Mercosur son acuerdos de libre comercio en materia automotriz con la intención de “promover la integración y complementación productiva de sus sectores automotrices”, como señala su artículo primero.

 

El Acuerdo establece ampliar el intercambio comercial de vehículos nuevos fabricados con un alto contenido local entre México y los países del Mercosur a partir de la aplicación de cero aranceles para automóviles, tractores, autobuses, carrocerías, remolques y autopartes para lo que se fijó un periodo de transición que concluyó el pasado 30 de junio de 2011.

 

El Acuerdo funcionó para los 5 países porque creó un mercado automotriz regional incentivando la inversión de las grandes firmas automotores globales especialmente en Brasil y México que ya contaban con una plataforma automotriz de exportación significativa. El despegue económico brasileño y la reactivación de su mercado interno en la última década colocó a Brasil como la estrella regional automotor consolidando su base de producción lo que se reflejó en una balanza automotriz consistentemente deficitaria para México.

 

Sin embargo esta relación cambió recientemente producto de las fuertes inversiones de las grandes firmas automotrices en territorio mexicano a raíz de la crisis de costos y competitividad de las tres grandes de Detroit (Ford, GM y Chrysler) frente a sus competidoras japonesas. México se convirtió así en ‘la pista de despegue’ de las automotrices para conquistar el mercado estadounidense.

 

Marcas como Ford, GM, Volkswagen, Mazda y, recientemente, Nissan anunciaron multimillonarias inversiones para la construcción de nuevas plantas en el país –incluso por encima de Brasil- elevando la producción a más de 2.5 millones de vehículos el año pasado de los que se exportaron más de 2.1 millones. Todo un récord para México.

 

Estas inversiones han robustecido la capacidad exportadora de México no solo a Estados Unidos, sino también a Latinoamérica, región a la que México vendió casi 322 mil vehículos en 2011–un crecimiento de 56%- mientras que a Europa se exportaron 222 mil vehículos, un crecimiento de 24%.

 

De allí la alarma brasileña. El número de vehículos nuevos que llegaron a Brasil desde México se incrementó 40% el año pasado provocando un déficit comercial superior a los 1,600 millones de dólares en su balanza con México. Contrario a nuestro país, el mercado brasileño se ha convertido en un gran consumidor de vehículos y su demanda interna rebasa a su producción automotriz anual por lo que las firmas asentadas en México ven en Brasil a un mercado atractivo hacia el futuro. Es el caso de la reciente inversión realizada por Nissan en México.

 

Mantener el Acuerdo de libre comercio automotor es importante para las inversiones en México. Brasil lo sabe y por eso estirará la liga a todo lo que dé.

 

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