La tarde del domingo pasado Luis Videgaray respiró hondo.

Su modelo político-econométrico que le diseñó a Enrique Peña Nieto, para lograr la victoria en las elecciones presidenciales, comenzó a manifestar ciertas inconsistencias a partir de la noche del 31 de enero, día en que el PAN celebró el último debate entre sus pre candidatos. El estratega sabe muy bien que el mejor aliado de un candidato es el opositor constante, es decir, sin potencial de crecimiento.

Lo que ocurrió durante el debate, no se trató de un storytelling escrito en unas oficinas de las avenidas Coyoacán o Chapultepec. Ocurrió, sí, el nivel de rating más elevado de Ernesto Cordero: Josefina la ausente del Congreso; la peor imagen de la semiótica política (mexicana); la soledad de la ciudadanía frente a los políticos grillos y dinos. Para Cordero, ese momento fue el más libertario de toda su campaña. El auténtico. Ernesto Cordero lanzó una muestra de ataque que deseaba manifestar años atrás pero que su lealtad hacia el presidente Calderón se lo impidió pero ahora, durante el componente de ficción que obsequia toda campaña electoral, lo podía hacer.

El Ernesto Cordero de aquella noche detonó varias alarmas en el campamento de Vázquez Mota. En contra de la ciencia demoscópica, la segunda vuelta (como se menciona en el futbol), comenzaba a calentar para entrar a la cancha. En el equipo de campaña de Cordero hubo celebración.

Lo que el equipo de Cordero no anticipó fueron las traiciones.

La primera de ellas de Santiago Creel traicionando al propio Santiago Creel. El tercero en discordia. El invitado de cera. El hombre con imagen pulcra reflejada en sus trajes bien cortados resultó ser un mal actor.

En marzo de 2011 la aceptación de Santiago Creel entre los panistas superaba el 53%. Poco a poco la intención de voto iría en descenso. Una de las últimas mediciones (ADN Político) lo situó con el 23%. El domingo pasado lo refrendó un porcentaje de risa, un 6% con tufo de traición. ¿Qué sucedió? ¿Cómo perder 17 puntos en cuestión de horas?

El equipo de Josefina Vázquez intensificó los contactos con integrantes del equipo de Creel, sobre todo, unas horas antes del debate del 31 de enero. Creel, frente a Leonardo Curzio (moderador), actuó a través de fintas. El debate, en realidad, tuvo a dos moderadores.

Una frase de Creel pareció ser cortesía de la retórica: la invitación que le hizo a Cordero en el escenario de su victoria. En realidad, se trató de mímica cínica.

El voto útil representa el paracaídas milagroso para quien cae de manera súbita. El diputado Agustín Castilla y Roberto Gil Suart lo saben. Lo trabajaron a marchas forzadas.

Sin lugar a dudas, la frase sapiente de la noche de Josefina fue aquella con la que hizo referencia a los josefinos de clóset.