Pintura, instalación, dibujo, fotografía, arquitectura y video son algunas de las disciplinas que se presentan en la exposición “El incesante ciclo entre idea y acción”, inaugurada anoche en el Museo de Arte Carrillo Gil (MACG).

 

Vania Rojas, directora de ese espacio museístico, afirmó que la muestra forma parte de la segunda edición del Programa Bancomer-MACG Arte Actual, resultado de un año de investigación, trabajo y diálogo entre 10 artistas, en colaboración con un conjunto de interlocutores procedentes de diversas disciplinas.

 

Destacó que este programa se propone como un apoyo integral para el desarrollo y realización de proyectos artísticos, donde la investigación, la retroalimentación entre pares y la vinculación de diversos soportes, lenguajes y campos del saber juegan un papel fundamental.

 

Los 10 proyectos que componen esta exposición demuestran que los artistas no son individuos aislados, sino sujetos sociales de su tiempo, que persiguen construir puentes entre esferas del conocimiento y la experiencia humana que han quedado circunstancialmente apartados por efecto de los procesos civilizadores.

 

“Se trata de una serie de instalaciones que tienen que ver con la arquitectura, fotografía, video y otras piezas basadas en las nuevas tecnologías, como las redes sociales”, señaló.

 

Añadió que “no hay temática en general, son distintos proyectos visuales, pues esa es la línea que se venía trabajando en esta edición: la multidisciplina”.

 

Indicó que la exposición que da cabida a este arte joven, propositivo, “es un trabajo pedagógico, como el incesante ciclo entre la idea y la acción, que es prácticamente como son los procesos de los trabajos de los artistas, llevándolos por el trabajo de la teoría y la práctica, culminando con esta muestra en el museo; es una exposición experimental”.

 

Óscar Cueto, Gilberto Esparza, Diana María González, Fritzia Irízar, José Jiménez Ortiz, Begoña Morales, Naomi Rincón-Gallardo, Idaid Rodríguez, Jaime Ruiz Otis e Isaac Torres, son los creadores que participan en esta exposición.

 

Es de señalarse que ocho obras de esta muestra curada por Carmen Cebreros, tienen como sede el Carrillo Gil, un módulo ambulante en los alrededores y otra más un sitio Web.

 

El programa pone énfasis en la transdisciplina, de manera que los proyectos elegidos por su potencial de desarrollo en términos de investigación, muestran a los artistas como sujetos sociales que construyen puentes entre diversas esferas del conocimiento y la experiencia humana.

 

Además de recurrir a diferentes procesos de colaboración con metodologías de varias disciplinas, combinan medios, soportes y lenguajes.

 

Las piezas inciden en nuevas maneras de producir y transmitir conocimiento, en el desarrollo de nuevas plataformas y en el planteamiento de nuevas preguntas.

 

Tienen en común que giran en torno a diferentes procesos y fenómenos sociales incitados por el uso de la información, y a las formaciones y transformaciones de la ciudad en el tiempo.

 

El título, a decir de sus organizadores, proviene de una cita, acerca del extrañamiento con respecto a los procesos de civilización.

 

De acuerdo con Rojas, los artistas mexicanos participantes fueron elegidos a través de una convocatoria de la cual se recibieron un total de 182 propuestas y se eligieron 10.

 

Entre los trabajos que resaltan en esta muestra que estará abierta hasta el próximo 13 de mayo, figura el trabajo titulado “Sinfonía de opuestos”, de Diana María González, un cine-ensayo en torno a las transformaciones del paisaje urbano y las aproximaciones desde el cine.

 

Aquí, la joven artista reproduce una selección de secuencias de 30 películas mexicanas que tienen a la Ciudad de México como escenario. Éstas son comparadas con el estado actual de las locaciones que han configurado el imaginario cinematográfico de la ciudad.

 

“Ruinas circulares”, de Idaid Rodríguez, es otra de las propuestas en la que la creadora explora la locura implícita en los procesos de institucionalización, a partir de una investigación sobre los pacientes y el personal del manicomio de ‘La Castañeda’, entre 1910 y 1968.

 

Bajo la lógica del archivo y el monumento, el artista reúne restos materiales y documentales: fragmentos de varios proyectos de nación desdibujados.

 

Por su parte, “Utopías pirata”, de Naomi Rincón Gallardo, es una ópera-rock-punk que profundiza sobre las relaciones entre ficción y verdad.

 

El guión y las canciones fueron escritos a partir de entrevistas, posteriormente musicalizadas y escenificadas por una agrupación de teatro callejero. Los personajes que se muestran son ex-integrantes de las Juventudes Antiautoritarias Revolucionarias JAR, agrupación surgida en la ciudad en torno al levantamiento zapatista de 1994.

 

“Plantas nómadas”, de Gilberto Esparza, en una intervención en el Río Lerma, canal de desecho de las industrias petroquímicas de Salamanca, cuyo nivel de contaminación y toxicidad ha acabado con varias especies vivas.

 

Junto con un grupo de expertos en mecatrónica, biología, ingeniería, arquitectura y química, el artista diseñó un robot que vive en simbiosis con una planta. El sistema semibiótico a micro-escala revitaliza el ecosistema y señala la cadena de consecuencias de la industrialización.

 

Por último, destaca el trabajo de Fritzia Irízar, titulado “Suerte para todos”, una iniciativa de redistribución de buena suerte, a partir de la premisa de que estar en el lugar correcto, en el momento correcto es cada vez más probable.

 

Se trata de un módulo ambulante de acopio y donación altruista de amuletos a nuevos usuarios que atraviesan por una racha de mala suerte. (Notimex)