Mala noticia cuando pasan semanas y los diarios deportivos hablan de todo menos de deporte; peor, todavía, cuando no lo hacen por frívolos o morbosos, sino porque se ha dado en el entorno deportivo un hecho más relevante que lo meramente deportivo.
La historia comenzó en octubre, cuando en un clásico Liverpool-Manchester United, el delantero uruguayo Luis Suárez (Liverpool) fue acusado por el defensa francés Patrice Evra (United) de insultos racistas.
Una investigación concluyó que Suárez había utilizado el adjetivo “negro” hasta siete veces para referirse a Evra, lo que derivó en un castigo de ocho partidos al sudamericano, mientras Suárez argumentaba que en su país la palabra “negro” no es denigrante.
El destino quiso ser tan belicoso que la reaparición de Suárez se dio, precisamente, enfrentando al Manchester. Se debatió si el saludo pre-partido debía ser obviado por esta ocasión, aunque al final procedió (vale la pena mencionar que la semana pasada se reencontraron en la cancha John Terry y Anton Ferdinand, dos futbolistas enemistados por la misma situación, y el apretón de manos fue eliminado del protocolo).
Suárez dejó a Evra con la mano tendida, Evra molesto le jaló el brazo, Rio Ferdinand (hermano del protagonista del otro escándalo, Anton) entonces no saludó a Suárez, y el partido manejó un nivel de tensión digno de manifestación en tiempos de pre-guerra o paz armada.
Al final del partido, ganado por el United, Evra brincó cual si hubiera ganado el Mundial (cerciorándose de pasar a pocos centímetros de Suárez) y no hubo trifulca por milagro, aunque algunas fuentes dicen que en el túnel respecto al vestuario la policía debió separar a jugadores. De colofón, el técnico del Manchester, Alex Ferguson, declarando que “Suárez no debería volver a jugar para el Liverpool, es una desgracia” y Kenny Dalgish, entrenador del Liverpool, fingiendo no haberse enterado de la actitud de Suárez.
Todo lo anterior, los antecedentes; todo lo que venga a partir de ahora, peligroso.
Por si no bastaran la tensión social, el descontento en tiempos de recortes de subsidios, los niveles de desempleo, las viejas rivalidades futboleras y los gamberros que aprovechan cualquier ocasión para sacar puños, se añaden más elementos a la explosiva mezcla.
El primer ministro británico, David Cameron, manifestó este domingo su preocupación, de la misma forma que numerosas personalidades británicas.
Es momento de que todos los actores del medio futbolístico se comporten con responsabilidad y entiendan que imprudencias de este tipo suelen ser contagiadas de la cancha a otros terrenos, saliendo entonces de control.
Las declaraciones, aún bajo efecto de la calentura del partido, deben guardar cierta sensatez; los micrófonos y redes sociales, necesitan utilizarse con mayor apego a la frágil realidad. No pedimos a los futbolistas convertirse en guías espirituales (que se les paga para aquello de los goles) pero sí un mínimo de conciencia.
Érase una vez un deporte utilizado para romper la tensión semanal… Deporte que hoy convierte al sábado en lo más tenso de la semana.
@albertolati
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