La critica es un bien escaso en el interior de regímenes oclocráticos y autocráticos. Decir que para ella la universidad representa al palacio real es una verdad de Perogrullo. Sin embargo, los tiempos obligan a recordarlo.

 

Javier Beristain, en su época de rector, no se equivocó al detonar la evolución del departamento de Estudios Generales del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). A pesar de ello, el prestigio del ITAM lo ha monopolizado, históricamente, la carrera de Economía. En efecto, ha sido el brazo técnico el que irrumpió en el sector público durante el sexenio del presidente Miguel de la Madrid y se ha extendido hasta nuestros días. Entre Aspe y Cordero, Francisco Gil y Agustín Carstens. Los apellidos de los secretarios de Hacienda se pueden encontrar en las listas de alumnos de la carrera de Economía.

 

Me parece que el mainstream del ITAM se ocupa poco de los profesores de Estudios Generales, “del que se ha dicho que es la universidad dentro del Tecnológico por sus contenidos de universalidad y su estudio desde la perspectiva general, (Studium Generale). Así lo define Carlos de la Isla.

 

El domingo pasado falleció Julián Meza, entusiasta irónico de la crítica y siempre anti etnocentrista. Con él se acelera la tendencia del fin de un ciclo de esplendor dentro del departamento de Estudios Generales del ITAM. A los nombres de Ramón Zorrilla, Luis Astey, Alberto Sauret y Julián Meza (finados) pueden agregarse los de Carlos de la Isla, Julia Sierra y Franz Oberararzbacher. Todos ellos formaron y forman parte de generaciones vecinas. La mala noticia es que los huecos que dejan los que ya han partido delatan la ausencia de nuevas generaciones. En su lugar fluyen corrientes conservadoras y clericales. Rasgos tóxicos en áreas libres de sombras. Me pregunto por los efectos que provocará el fin del ciclo de esplendor en Estudios Generales. ¿Qué pasará con la universidad dentro del Tecnológico?

 

Ya lo decía Borges, el azar suele ser generoso. Al finalizar la década de los ochenta tuve el privilegio de tomar clases con algunos de ellos. Su influencia me “obligó” a regresar al ITAM a desempeñar la función más noble que pueda existir: impartir clases, es decir, diez años después regresé y tuve como colegas a Alberto Sauret, Julián Meza y a Carlos de la Isla. Debo agregar a la lista a Rodolfo Vázquez quien durante un breve lapso también estuvo en el departamento de Estudios Generales y actualmente se encuentra en el departamento de Derecho.

 

Julián Meza encontró a la ironía como su mejor interlocutor. Las realidades de la política y la economía siempre lo observaban con mal humor. No lo comprendieron. Por eso buscó a la historia para devorarse al presente. Por eso vivió en la literatura para enterrar su preocupación por el país mágico.

 

Las coordenadas que mejor describen a Julián fueron: al Norte la velocidad de su pensamiento; al Sur la ironía; al Este la amistad; y al Oeste la academia.

 

Julián, como sucede con los auténticos académicos, siempre se rodeaba de estudiantes más allá de las aulas. Los escuchaba y ellos lo escuchaban. Sencillo ejercicio pero muchas veces imposible de realizar por los profesores de marca.

 

Soy de los que piensa que la amistad que nace en las tertulias nunca se resquebraja. La naturaleza de la afinidad bajo la atmósfera del diálogo permanece más allá del tiempo.

 

Entre el conservadurismo revolucionario y la ramplonería posmoderna creo que Julián prefería visitar a las letras de los escritores franceses del siglo XIX y de los de la primera mitad del XX.

 

Se fue uno más de la generación esplendorosa de Estudios Generales del ITAM.

 

El próximo jueves 16 a las 19 horas se le hará un homenaje de los que no recibió en vida. Como suele pasar; 19 horas en el ITAM de San Ángel.

 

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