The Artist es como aquellas artesanías que uno compra pensando que son auténticas pero que, al revisarlas minuciosamente, terminas por descubrir una etiqueta que dice “Made in China”.

 

Se trata de una cinta filmada en blanco y negro, sin audio directo y con los diálogos mostrados con subtítulos, emulando a las clásicas películas del cine silente de los años veinte.

 

Argumentalmente similar al clásico Singin’ in the Rain (1952), la cinta nos presenta a George Valentin (Jean Dujardin), un afamado actor de películas mudas que, ante el advenimiento del cine sonoro, su carrera comienza a estancarse dada su negativa a filmar cintas con audio. En el camino conoce a una actriz que recién inicia (la guapa y elegante Bérénice Bejo) con la cual entablará una relación que irá más allá de la amistad.

 

La película cuenta con varios momentos de indudable encanto, como por ejemplo el poderoso inicio: una película dentro del film mismo donde vemos a George como héroe de acción al cual una suerte de científicos locos le torturan para que “hable”; o aquella secuencia donde el personaje de Bérénice Bejo interactúa a cuadro con el actor, perdiendo ambos la concentración ante la clara atracción que sienten el uno por el otro.

 

Gran parte del atractivo de la cinta proviene de la actuación tan cautivadora y carismática de Jean Dujardin; de origen francés y con una carrera más bien enfocada a la comedia, junto con el director Michel Hazanavicius ha protagonizado otro par de cintas que fueron un éxito en aquel país: la saga del agente OSS 117, una parodia francesa al James Bond inglés.

 

¿Homenaje, ejercicio de estilo, fraude? The Artist al final no deja de ser un pastiche en la que el gimmick (truco) de la película silente deja de ser efectivo, perdiendo pronto el interés y pasando rápidamente al tedio. Es una película demasiado consiente de sí misma: sus actores parecieran saber que están en una cinta muda por lo que en todo momento exageran su lenguaje corporal, sobreactuando todo el tiempo.

 

Saltando constantemente de estilos, sin cuidado alguno por la época que pretende representar (el homenaje sonoro a Vertigo de Hitchcock está completamente fuera de lugar) y con un enfoque por demás arbitrario (¿quién narra la acción?), estamos ante una cinta cuya verdadera pulsión de vida es complacer a la crítica y ganar premios. La etiqueta “Made in China” que nos confirma que todo esto es falso.

 

El objetivo al parecer será alcanzado, The Artist ha arrasado con la mayoría de premios a los que ha sido nominada y se erige como favorita para mejor película en los Oscar, por encima de al menos otra cinta que hace un homenaje más honesto e inteligente al cine: el Hugo de Martin Scorsese.

 

Disfrutable como curiosidad cinéfila, pero con insuficientes méritos como para erigirse como mejor película en los Oscar, The Artist es un ejemplo más de aquellas cintas manufacturadas con el propósito de volverse exitosas por la ruta de los premios y no por la ruta de un auténtico aporte al arte. Una genial y silente impostura.

 

 

The Artist (Dir. Michel Hazanavicius, 2011)

3 de 5 estrellas.

Dirección y guión: Michel Hazanavicius. Producción: Thomas Langmann y Emmanuel Montamat. Fotografía: Guillaume Schiffman. Con: Bérénice Béjo, Jean Dujardin, entre otros.

 

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