Dada la coyuntura internacional, caracterizada por una economía deteriorada y en desaceleración, donde las economías más avanzadas han perdido impulso y el crecimiento de las economías emergentes ha perdido fuerza, México se ha destacado de forma positiva.

 

 

Dicha situación representa una gran oportunidad si México logra implementar cambios a fondo en ciertas áreas estratégicas, lo que le permitiría alcanzar un grado de desarrollo envidiable para el resto de las economías. México tiene un gran potencial, sin embargo, necesita de la capacidad política para llevar a cabo ciertas reformas necesarias.

 

 

Para la OCDE estas reformas comienzan por la construcción de un sistema fiscal robusto que logre reducir las desigualdades. Esto se logrará siempre y cuando se garantice una sostenibilidad fiscal a través de una reforma integral (que aborde el federalismo fiscal así como estrategias de implementación) del sistema tributario con vistas a aumentar el gasto para combatir la pobreza, fomentar la infraestructura, que pueda retirar los subsidios a energía y combustibles, así como reducir la actual dependencia de ingresos petroleros. El sistema tributario debe simplificarse y buscar una ampliación de la base gravable, aumentando los ingresos mediante la inclusión de un mayor número de contribuyentes y limitando el uso de los paraísos fiscales.

 

 

Es necesario un proceso presupuestario diseñado a partir de un enfoque multianual que pueda enfocarse en los resultados a mediano y largo plazo, que esté acompañado por políticas de regulación eficaz y centrado en el desempeño y efectividad del gasto y sus resultados. Se debe promover la eficacia del gobierno, a nivel nacional y subnacional, mediante la profesionalización de los servicios públicos, el fomento de la calidad del gasto y su respectiva transparencia, fomentando así iniciativas de gobierno abierto. Un enfoque integrado de políticas en sectores clave resulta estratégico también para lograr dicha eficacia.

 

 

México tendría que contar con un marco laboral moderno, flexible e incluyente que permita la ampliación de contratos a corto plazo y de tiempo parcial, que responda a la escasez de incentivos para trabajar en el sector formal y con iniciativas que fortalezcan el cumplimiento de obligaciones tributarias y de seguridad social. En cuanto a combatir la pobreza y la desigualdad, debe ajustar la cobertura de programas para que incluya a todos los segmentos de la población y sustituir los subsidios por transferencias en efectivo a los más pobres.

 

 

En el rubro educativo se tendrán que hacer esfuerzos para mejorar la calidad y equidad de la educación mediante la profesionalización de selección, formación y nombramiento de directores y profesores con un sistema de evaluación completo. Deberían existir criterios en materia de planes de estudio y resultados académicos como también una revisión del financiamiento a la educación superior, transparencia en asignación de fondos y mecanismos de apoyo más equitativos.

 

 

Para mejorar el sistema de salud se debe fomentar la eficacia de hospitales y prestadores de servicios institucionales mediante una separación más clara entre proveedores y usuarios así como la implementación de mecanismos de pago basados en la calidad del servicio. Se debe fomentar la productividad de los profesionales de la salud, con remuneración a la eficiencia y calidad.

 

 

Uno de los aspectos más importantes para el desarrollo del país es alcanzar una mayor competencia en el mercado de productos mediante una reforma a la ley de competencia, que una vez aprobada garantice la consolidación de un marco legal complementado con un sistema de revisión judicial efectivo. Se deben tomar decisiones energéticas para fomentar la competencia en industrias de red, así como es necesario eliminar los límites impuestos a la propiedad de extranjeros en telecomunicaciones e introducir una regulación basada en mejores prácticas.

 

 

Existen otras recomendaciones por parte del Organismo para la mejoría de los sectores clave como agricultura, innovación, ciencia y tecnología, medio ambiente y crecimiento verde, que no son al igual importantes. Las recomendaciones por parte de la OCDE están a la mano, será responsabilidad de los futuros dirigentes del país tomarlas en cuenta para poder así impulsar el desarrollo de un país con capacidad de cambio y liderazgo.

 

 

* Internacionalista egresada de la Universidad Iberoamericana. Asistente de investigación en Contorno, Centro de Prospectiva y Debate. alejandraespinosamijares@gmail.com

Fuente:

Perspectivas OCDE: México Reformas para el cambio. Enero 2012.