El Gobierno de México piensa que una manera de reclamar a los EE.UU. es poner espectaculares en la frontera reclamando la introducción de armas a nuestro país. No se sabe cuanto es el presupuesto dedicado para esta campaña de publicidad, pero su efectividad será cercana a cero. Sin embargo, políticamente le puede redituar puntos al Presidente Calderón en México al demostrar ante la población que esta preocupado por la introducción de armas al país, pero que el realmente es impotente para detener este flujo hacia México dado que en los EE.UU. “se venden muchas armas”.
Esta actitud solo demuestra el desconocimiento o complicidad de las autoridades con el crimen organizado. El dinero y recursos que se gastarán en la campaña “NO MORE GUNS” podrían servir para mejorar los controles en las aduanas mexicanas, ya que ellos son los responsables que estas entren al país, al igual que la cocaína y los precursores químicos para la elaboración de metanfetaminas. Otra manera de utilizar estos recursos sería el asignar recursos para que los estados puedan contar con el sistema E Trace y verificar si las armas vienen de los EE.UU., a su vez en México no existe una base de datos centralizada donde se pueda verificar si una AK 47 encontrada en un decomiso fue usada en algún crimen en el país. Tampoco hemos visto que la PGR pida la extradición de ciudadanos americanos o de vendedores de armas internacionales por el delito de tráfico de armamento.
En 1998, Colombia lanzó una campaña en Inglaterra y España sobre los efectos que tenía en consumo de coca en las zonas rurales del país. Esta campaña no solo fue muy costosa pero también muy inefectiva, ya que estas imágenes nunca generaron empatía, ni algún sentimiento de corresponsabilidad ante los consumidores europeos. Años después, el presidente Álvaro Uribe fue altamente reconocido por su papel en la lucha contra las drogas en Colombia y el exterior, pero esto debido a los resultados, no a las campañas publicitarias.
Sin duda el problema del crimen organizado, abraca varios países y por eso se le denomina “amenaza transnacional”. Los miembros de las bandas criminales aprovechan las debilidades institucionales, así como los marcos legales para crear una empresa ilegal con capacidad de operación mundial. Y este es el tema que México debería llevar al G20, porque la trata de blancas, la piratería y el uso de drogas tiene un impacto social y de salud pública en todos sus miembros y puede crecer a ser un tema de mayor impacto que el terrorismo. Desde la Vigésima Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre drogas y estupefacientes impulsada por México, no hay una declaración política a nivel internacional que condene al crimen organizado a pesar que las ramificaciones que tiene ahora son más grandes que el terrorismo.
¿Porque se necesita llevar este tema a foros internacionales? Las metanfetaminas son elaboradas a base de precursores químicos que son fabricados en procesos industriales por compañías farmacéuticas transnacionales. En el 2001 después de la prohibición y control de los precursores químicos por parte de la ONU, países como India, China y Pakistán se rehusaron a seguir estos lineamientos argumentando su uso medico. Empresas alemanas, holandesas y rusas ahora tienen instaladas plantas de procesamiento de efedra en India y Pakistán, donde es legal. Los precursores no son exportados directamente a México, sino que se utilizan rutas marítimas vía Sudamérica o Europa, donde los embarques son mezclados con otros productos químicos, para esconder su origen. Luego en México son procesados de manera industrial en la zona de Zapopan para ser enviados a los EE.UU. y Europa donde una parte de las ganancias ilícitas son invertidas y otras regresan al país.
Si realmente hay una intención para desarticular los mercados ilegales, existe una agenda internacional amplia que va desde homologar penas y crímenes, intercambiar información sobre el lavado de dinero, establecer protocolos de seguridad para la exportación de productos químicos y farmacéuticos de uso dual, establecer catálogos de compañías e inversionistas que producen armamento, desarrollar protocolos y bases de datos para rastrear el armamento, y crear campañas sociales homologadas en los países para inhibir las conductas ilegales.
El Presidente Calderón al presidir el G20 podría empujar una agenda de ideas que podrían unir a la comunidad internacional en torno a un tema que nos afecta como sociedad, en lugar de presentar un espectacular del cual los traficantes de armas y miembros del crimen organizado saben que no afectara en nada sus utilidades.
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