José Angel Gurría, presidente de la OCDE, alertó que todavía no hemos superado la peor crisis financiera y económica de nuestras vidas; “si bien las bolsas de valores han experimentado recientemente una tendencia alcista, no sabemos cuánto puede durar este brote de optimismo”.

 

En un discurso “La Inestabilidad del Sistema Financiero Internacional y las Lecciones Derivadas de la Crisis”, que dio en el Club Harvard de México, tomó como referencia las crisis que México experimentó “de manera casi cíclica (sexenal) durante una generación, a raíz de la cual renegociamos la deuda y posteriormente enfrentamos dos crisis bancarias que tuvieron serios impactos económicos y fiscales”, por lo que, agregó, esta “experiencia refleja que podemos aprender de las crisis” para “fortalecer los sistemas financieros para resistir mejor los shocks sintéticos”, indicó.

 

Gurría detalló que en la OCDE sostienen que “es preciso separar de algún modo las actividades de banca de inversión y las funciones de banca comercial”, además de la separación de las actividades bancarias, comerciales y de inversión, proponen “la adopción de un coeficiente claro, simple y transparente de apalancamiento debe ser un elemento esencial de la reforma de los bancos”.

 

Subrayó que cuando las actividades bancarias tradicionales se mezclan con las operaciones de inversión, la evaluación de los riesgos no es la adecuada: “los bancos pueden subsidiar operaciones más arriesgadas con los depósitos de sus ahorradores, que son fondos baratos y están asegurados; esto lleva a subestimar el riesgo, lo que a su vez genera incentivos inapropiados para asumir riesgos aun mayores”.

 

Al final expresó que esta es una oportunidad única para mejorar el sistema financiero mundial ya que “si no aplicamos ahora las reformas necesarias, lo lamentaremos profundamente cuando se desencadene la próxima crisis. Por eso, es importante mantener el impulso de las reformas financieras, antes o a pesar de que los banqueros y los inversionistas recuperen de nuevo el optimismo – y la “exhuberancia irracional” – y los reguladores y los legisladores se cansen de reformar y se deslicen otra vez hacia la complacencia”.