Recién hablaba con un amigo común entre Gabriel Quadri y yo, y me decía: “Independientemente del resultado, te puedo asegurar que a partir de julio y por el resto de su vida, las tarjetas de presentación de Gabriel dirán ex candidato a la Presidencia”.
Desde que supe de su candidatura no dejo de recordar su artículo de octubre de 2011 en el que aseguraba que la construcción de trenes de alta velocidad en México podría ser un motor del desarrollo que además fomentara la movilidad sustentable.
Al calce de la versión electrónica del artículo de Quadri hay, hasta ahora, tres comentarios, todos reportados como anónimos, pero yo reclamo la autoría de uno:
“Esto es una genialidad de Quadri, mas no un proyecto realmente asociado con el desarrollo. Una golondrina no hace verano, como un tren no hace el desarrollo. Es viable si dedicamos tres décadas a formar una industria nacional que lo construya y lo exporte, no a importar trenes de Europa o Asia. El autor no tiene idea de lo que dice.”
No tengo la menor duda de que si bien es positiva la candidatura de Quadri, no sólo como el más preparado de los cuatro candidatos a la Presidencia, sino que a esta campaña le hacía falta frescura de ideas. Es probable que, al no ser un rival serio en términos de competitividad electoral, los otros candidatos terminen comprometiéndose a hacer cosas que él proponga… el riesgo está en lo que proponga.
Según Quadri, 100 kilómetros de trenes de alta velocidad cuestan 1,500 millones de dólares. La cifra es sustancialmente superior, pues los trenes suburbanos están cotizados al doble de esta cantidad.
En materia de trenes, México tiene hoy una alta dependencia tecnológica con los proveedores de Francia, España, Alemania y Canadá. Cualquier proyecto traerá implícito los sobrecostos propios de carecer de tecnología.
Seguramente Quadri se inspiró en el ejemplo chino. Hace 20 años tenían, como nosotros, trenes lentos. Se propusieron contar con una red de alta velocidad. En 2007 inauguraron la primera línea comercial de alta velocidad, ahora concentran más del 50% de los kilómetros de servicio en el mundo. ¿Son CAF, Bombardier, Siemens o Alstom? Claro que no, son tecnología propia, y seguramente el grado de integración nacional supera el 90%.
México tiene un pésimo transporte urbano en la mayoría de las ciudades. Los viajes interurbanos dependen de las carreteras. El tren perdió arraigo. ¿Cómo llegarían y a dónde saldrían los usuarios del Shinkansen mexicano?
A China le tomó 15 años inaugurar su primera línea de alta velocidad. En el caso mexicano se hizo la evaluación del servicio México-Querétaro-Guadalajara. Salió positiva, pero de cualquier manera el proyecto se enlató. La evaluación social de proyecto jamás consideró una estrategia de desarrollo económico a partir de la alta velocidad.
Yo sí creo que México tendrá, tarde o temprano, una red de alta velocidad, pero en todo caso estaríamos a tiempo para planearla bien, incluyendo las cadenas productivas y el desarrollo tecnológico detrás de una inversión tan cuantiosa. Creo que si hacemos de forma correcta las cosas, y considerando que no tenemos un estado totalitario como China, para 2040 podríamos comenzar a construir el primer servicio.
Espero que Quadri no vaya a poner a discutir a los candidatos sobre los trenes de alta velocidad porque más de uno, en la prisa por ganar votos, podría proponer servicios de Tijuana a Cancún, que luego acaben construidos, con tecnología importada y una desvinculación total con el desarrollo del país.
@GoberRemes