Mónica Arriola Gordillo, hija de la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo pidió una disculpa pública a la periodista y politóloga Denise Dresser por sus comentarios vertidos el 22 de febrero en el programa “Es la hora de opinar” que conduce Leo Zuckermann y es transmitido por el canal ForoTv.

En la carta enviada al conductor y publicada como inserción pagada en periódicos, Gordillo asegura que ésta es una forma de transmitir su “indignación y preocupación” por los comentarios hechos por Dresser.

Gordillo cita que a pregunta expresa de Zuckermann a Dresser, en la que cuestionaba: “¿Qué hacer con Elba Esther Gordillo?”, Dresser contestó: “Mi primer instinto, que yo creo es el de muchos que nos están viendo, es pensar… y me apena decirlo, pero sé que es un sentimiento compartido, es que se muera (refiriéndose a Gordillo) en su siguiente cirugía plástica”.

En respuesta, Dresser contestó a través de una videocolumna, y aclara que “fue una broma, quizá de mal gusto, pero una broma al fin” y prosigue a dar argumentos sobre “el desastre” de la educación en México”.

El desplegado firmado por Arriola Gordillo señala: “creemos que la academia y el periodismo se sustentan a través de la investigación, reflexión, argumentación y el conocimiento, pero sobre todo se sostienen a partir de la dignidad y el compromiso profesional… justamente es ese compromiso profesional, el que evita utilizar expresiones dolosas y personales en espacios de opinión y de contenido público”.

Dresser asegura en su columna que “la educación en México es un desastre y el problema no es sólo la existencia de La Maestra, el problema es sistémico y abarca a los maestros, al sindicato, a la Secretaría de Educación Pública, al presidente y a la sociedad entera”.

La secretaria general del Partido Nueva Alianza señala: “no creemos, señora Dresser, que el hecho de tratarse de una figura pública sea razón suficiente para violentar los más elementales principios de tolerancia y respeto a la dignidad humana. No nos parece justo, civilizado, democrático, que las diferencias de opinión y perspectiva política, por más radicales que parezcan, sean utilizadas para denigrar, injuriar, agraviar”.

Para Arriola, el comentario “fue instintivo, sin recato, ni pudor, y utilizando la libertad de expresión para denigrar y enjuiciar no sólo a la maestra Elba Esther (sic) sino también para lastimar a sus hijas, nietos y familiares”.

La diputada federal deseó que si Dresser llegaba a tener hijos, “ojalá, éstos la amen entrañablemente y la admiren y respeten como nosotros hacemos con ella”, y que de llegar a estar en alguna situación similar, sus hijos la “defiendan con el mismo amor y solidaridad que el que nosotros le profesamos”.

Gordillo aseguró que para su familia y amigos cercanos, su calidad moral como madre, abuela y maestra “no está en tela de juicio”.

Calificó a la lideresa como “ejemplo de esfuerzo, tenacidad y valor” y como una madre y abuela cariñosa que ha sabido ganarse el respeto de su familia, la cual “no puede dejar pasar el insulto y la vulgaridad amparados en el ejercicio de la libertad de expresión”.

La politóloga en su videocolumna urgió a un “cambio de reglas” en la educación, para que “la educación no sea vista como un instrumento de ingeniería social del régimen, o de reclutamiento electoral del gobierno sino un trampolín para la prosperidad de los mexicanos”.

El mensaje de Dresser fue calificado por Arriola Gordillo como “de odio” y dejó en claro que la carta no tiene intenciones de defender política ni sindicalmente, sino que es “una expresión del sentir familiar sobre la falta de respeto reflejada en sus comentarios, risas y burlas”.

“Somos una familia que demandamos respeto como personas. No más, señora. Ni tampoco menos”.

La carta se dirigió a no sólo a Dresser, sino al periodista Leo Zuckermann y al investigador Juan Pardinas.

A Zuckermann le reprochó el haber dejado que su programa se convirtiera en un “espacio de ofensas, agresiones personales y deseos de muerte sin prueba ni sustento”, y a Pardinas le pidió “más seriedad y profesionalismo”, al asegurar que “no se trata de humillar mediante la palabra, de insultar y desprestigiar mediante suposiciones”.