Durante los días de la llamada “veda electoral” o “intercampañas”, el deporte favorito de los analistas de la cosa electoral parece ser la apuesta sobre si la “señora candidata” se acerca o no al “señor puntero”, en la intención del voto.

 

 

Se discute si la distancia entre Peña y Vázquez es de cuatro puntos –como lo insinuó Felipe Calderón-, si es de siete, como lo dejó ver la más reciente encuesta de Gea-Isa o si, de plano, la candidata presidencial del PAN ya se coloca a “tiro de piedra” del aspirante presidencial del PRI, que continúa siendo el más aventajado.

 

 

Nadie pone en duda que el puntero indiscutible se llama Enrique Peña Nieto. Más aún, la discusión, en el fondo, parece estar centrada en la distancia que existe entre el primero y el segundo lugares de la disputa presidencial.

 

CANDIDATO PASMADO

Sin embargo, pocos se han percatado que más allá de las variantes que experimentan las encuestas respecto del primero y el segundo lugares, las mediciones muestran una constante contundente en la tercera posición, que va de entre 16 puntos porcentuales, y hasta 21 puntos. ¿Qué quiere decir eso?

 

 

Que a pesar de que el candidato de las izquierdas lleva poco más de una década en campaña, y que en los últimos cinco años se dio a la tarea de construir el más ambicioso movimiento social de la última mitad del siglo, lo cierto es que se trata de un candidato pasmado, si no es que muerto.

 

 

Es decir, que el candidato de las llamadas izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, aparece en todas las mediciones serias atrapado en un peligroso estancamiento en el que no sólo no crece en la intención del voto, sino que no convence y menos emociona a los cuatro millones de militantes de Morena, y menos al universo de 20 % de potenciales electores indecisos.

 

 

Pero lo más grave del asunto es que si la tendencia favorable a López Obrador permanece como hasta ahora, un partido de la izquierda histórica, como el de la Revolución Democrática –el mayor de los que se aliaron para empujar la candidatura presidencial de AMLO-, corre el riesgo de caer a los peores números de su historia. ¿Por qué?

 

 

Porque una votación de 20 por ciento de la intención del voto, dividida entre tres fuerzas políticas que empujan a López Obrador –PRD, PT y Movimiento Ciudadano-, condena a los tres partidos al precipicio; a una votación marginal que, incluso, podría costarle el registro a uno de los tres partidos.

 

 

Pero no es todo. Si las tendencias continúan como hasta ahora, la debacle se podría extender al Distrito Federal, que es el último bastión de la izquierda. Es decir, que la tendencia ganadora del PRI, y el creciente avance del PAN en la elección presidencial, seguramente arrastrará una buena porción de votos en el Distrito Federal, al grado de que la coalición de partidos de la izquierda en la capital del país también podría caer a su más bajo nivel de aceptación electoral. ¿Y eso que significa?

 

 

CANDIDATO EQUIVOCADO

Es elemental; con una votación disminuida a los mínimos históricos, lo primero que impactaría sería en la pérdida de legitimidad en el gobierno izquierdista del Distrito Federal. Además de la disminución de posiciones en la Asamblea Legislativa y, por consecuencia, la reducción en jefaturas delegacionales. En suma, que el pasmo que vive la candidatura presidencial de AMLO, sin duda jalará la votación de las izquierdas a la baja, a niveles de verdadero riesgo para la supervivencia de esa tendencia política.

 

 

Está claro que no pocos políticos de la llamada izquierda se niegan a ver una realidad que parece contundente. Y pudieran tener razón. ¿Por qué? Porque en rigor, a partir de hoy quedan cuatro meses para la contienda presidencial –y una vez concluidos los 30 días de marzo-, arrancarán las verdaderas campañas y los presidenciables que se encuentran en el segundo y tercer lugares, sólo tendrán 90 días para remontar los números de sus adversarios.

 

 

¿Qué le queda a un candidato presidencial, como AMLO, si aparece con 18 puntos porcentuales –en promedio-, en todas las encuetas? ¿Qué debe hacer un político como AMLO, que se encuentra a más de 20 puntos porcentuales de Enrique Peña Nieto y a más de 12 puntos de Josefina Vázquez Mota?

 

 

Hoy está claro que las llamadas izquierdas se equivocaron de candidato presidencial; que el tiempo de AMLO es tiempo muerto, y que la candidatura presidencial del tabasqueño, en realidad nació muerta. Sin embargo, nadie puede dar por acabado a López Obrador, sobre todo porque en una estrategia equivocada, prefirió mojar la pólvora de su mejor arma. ¿Y cual es su mejor arma?

 

 

LA MADRIZA, ÚLTIMO RECURSO

La provocación, la guerra contra sus adversarios, la pelea cuerpo a cuerpo, y la madriza de callejón.

 

Por lo pronto, todo indica que en los próximos días, sea en la intercampaña o sea en la campaña, veremos al verdadero López Obrador; el provocador, el que retará abiertamente al presidente Calderón, el que se lanzará con todo contra el PRI de Enrique Peña Nieto y que no permitirá la “fuga” de Josefina Vázquez Mota. ¿Qué hace falta para ver a ese Andrés Manuel López Obrador?

 

 

Hace falta que el tabasqueño se olvide de la farsa del amor, de la patraña del amoroso y que aparezca frente a sus adversarios, y ante los ojos de sus seguidores, como el político de origen, el que hace política a madrazos. ¿Será posible el regreso de ese López Obrador? Cara o Cruz.

 

 

¿SE ACUERDAN?

La semana del 25 de febrero al 2 de marzo de 2006 estuvo llena de errores afortunados y coincidencias peculiares.

 

En el primer grupo se encuentran Felipe Calderón y Roberto Madrazo. El panista tuvo que reconocer que sus números no crecían y el tricolor auguró el final del PRI si perdía la elección presidencial. Hoy sabemos que Calderón creció sus cifras y ganó la presidencia, en tanto que el PRI podría estar más fuerte que nunca. Tremendos y afortunados errores.

 

 

En el segundo grupo, en el de las coincidencias peculiares; resulta que en esta misma semana, la Corte ordenó a Vicente Fox que dejara de transmitir spots del Gobierno Federal, esto porque parecía que el Presidente estaba en campaña. Cualquier parecido con la reunión entre Calderón y los consultores de Banamex es pura casualidad.

 

Además, durante la semana, priístas y perredistas se enfrentaron a causa de los debates entre presidenciables. Los primeros buscaban 4 y los segundos sólo aceptarían uno. Curiosamente, hoy el PRD prepara una queja porque el IFE no aceptó la propuesta de Obrador de llevar a cabo 12 debates temáticos.

 

Finalmente, hace seis años, Josefina Vázquez Mota asumió la dirigencia de campaña de Felipe Calderón. En estos momentos, muchos dicen que el Presidente parece el jefe de campaña de la ahora candidata. ¿Coincidencia?

 

@ricardoalemanmx

 

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