Con John Carter, el director Andrew Stanton se autoimpone un reto enorme, casi tan grande como el presupuesto de esta película: 250 millones de dólares que Disney puso a disposición del también director de Finding Nemo y Wall-E.

 

Emulando a su compañero de Pixar, Brad Bird (director de Ratatouille, The Incredibles y más recientemente Mission: Impossible 4); Stanton abandona la animación y se embarca en una tarea titánica: la adaptación a cine del clásico de la literatura de ciencia ficción escrito por Edgar Rice Burroughs en 1917: A Princess of Mars (Una princesa de Marte).

 

La novela, como la cinta, narran la fantástica aventura intergaláctica de John Carter, un oficial de la Guerra Civil norteamericana que por error encuentra un dispositivo que lo envía a Marte, planeta que aún tiene vida pero que sufre su propia guerra civil entre diferentes razas humanoides y marcianas donde destacan los Tharks, marcianos altísimos y delgados con cuatro brazos.

 

Considerada como el gran ejemplo de la literatura “pulp” norteamericana del siglo XX, el texto original ha sido inspiración no sólo para escritores clásicos del género (Arthur C. Clarke, Ray Bradbury, entre otros) sino también para cineastas como George Lucas o James Cameron.

 

Irónicamente, una de las críticas más recurrentes a esta cinta es que “está llena de clichés”, o que presenta cosas que “ya habíamos visto antes”. Tienen razón, lo habíamos visto antes, pero de manos de quienes se “inspiraron” (algunos dirían robaron) en esta obra para adaptar ideas y conceptos a sus propios trabajos.

 

Así, la parte realmente lúdica de ver John Carter es identificar al ladrón: ¿acaso esos marcianos de cuatro brazos no son sospechosamente similares a los de el Episodio II de Star Wars?, ¿acaso el personaje de Carter no es curiosamente parecido a Indiana Jones?, el concepto del viaje incorpóreo a otro planeta ¿no es similar al argumento central de Avatar?

 

Dificil hacer algo “original” basándose en un material que muchos reutilizaron hasta volverlo un cliché.

 

Lo interesante es que al director parece no importarle ese dilema, lo suyo es narrar su historia lo mejor posible y lo logra, no sin estar exento de momentos algo tediosos que bien ameritaban un poco más de tijera a la hora de editar.

 

Aunque en apariencia la historia de John Carter no tiene nada que ver con las anteriores cintas del director, existe un paralelismo interesante: tanto Carter como Nemo o Wall-E son personajes sacados de su entorno natural y puestos en mundos diferentes donde tendrán que sobrevivir.

 

Dos escenas nos remiten a los trabajos previos de Stanton: cuando Carter intenta una y otra vez aprender a caminar en un Marte con diferente atracción gravitacional; y aquella donde el héroe lucha contra una horda de marcianos a la vez que recuerda a su fallecida esposa.

 

Sin la violencia o el erotismo propios de una novela “pulp” (recuerden que Disney es quien firma los cheques), John Carter resulta en una buena película de acción dominguera; y conste que eso último es más un halago que un insulto.

 

 

John Carter (Dir. Andrew Stanton, 2012)

3 de 5 estrellas.

Guión: Andrew Stanton, Mark Andrews, Michael Chabon, basedo en una historia original escrita por Edgar Rice Burroughs. Con: Taylor Kitsch, Lynn Collins, entre otros.

 

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