El miércoles pasado la revista Forbes dio a conocer su tradicional lista de multimillonarios del mundo.

 

Allí aparece el empresario Ricardo Salinas Pliego en el lugar 37 del mundo con una fortuna estimada en 17,400 millones de dólares. Como se sabe, Salinas Pliego es dueño –entre otros negocios- de TV Azteca, la segunda cadena de televisión más importante de México; de Banco Azteca, que es el 10mo banco del país por crédito, pero el 7mo por ganancias; y del Grupo Elektra, la mayor cadena minorista de artículos electrodomésticos de México.

 

Según Forbes, 2011 fue un extraordinario año para Salinas Pliego a pesar que a los magnates de la privilegiada lista como Slim, Gates, Buffet o Batista no les fue tan bien. En cambio el empresario de los ‘pagos chiquitos’ vio incrementar su fortuna en 9,200 millones de dólares, uno de los brincos más espectaculares en la lista global, incluso por encima del magnate español Amancio Ortega, dueño de Zara y quinto en la dorada lista de Forbes.

 

La revista se pregunta ¿qué impulsó tanto la fortuna de Salinas Pliego? Y su respuesta es contundente: el incremento de 165% en el precio de las acciones de Grupo Elektra. La siguiente pregunta también la responde la revista: ¿Y qué evento extraordinario provocó el inusual incremento de precio en la acción de Elektra, muy superior a cualquiera de sus competidores? La respuesta es directa: La incorporación y ponderación de Elektra en el índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores y su escasa liquidez de mercado catapultaron su precio hasta las nubes. Hasta allí las respuestas de Forbes intentando explicar el desmesurado incremento en la fortuna de Salinas Pliego.

 

Pero las preguntas no terminan allí porque la explicación no es completa. Todavía falta pregunta sobre qué pasó efectivamente con Elektra al interior de la BMV que hizo que su acción subiera tanto. Y eso tiene que ver con el buen funcionamiento y la transparencia con la que debe operar el mercado bursátil en México.

 

Por lo menos cuatro preguntas son relevantes de plantear a quien deba contestarlas, en la BMV o en la propia CNBV.

 

  1. ¿Qué criterios cumplió Elektra para formar parte del índice de precios y cotizaciones, IPC, de la Bolsa Mexicana de Valores y cuál fue el procedimiento que siguió la BMV para su autorización?
  2. ¿Cuál es la explicación técnica de un incremento de 74% en el precio de la acción en tres semanas, del 8 al 24 de agosto de 2011 y cuáles son las garantías que se ofrecen a los inversionistas frente a potenciales irregularidades sobre uso de información privilegiada?
  3. ¿Por qué una acción con tan escasa liquidez en el mercado –solo 30% de las acciones se intercambian en el mercado y un gran porcentaje de ellas las administra UBS vía swaps- se incorpora al IPC obligando a los fondos de pensiones a adquirirla, con el riesgo de inflar su precio artificialmente, como ocurrió?
  4. ¿Por qué la empresa no dio explicaciones que fundamenten el crecimiento exagerado en el precio de la acción respecto de sus resultados financieros, más allá de las vagas ‘razones de mercado’? ¿Por qué los analistas bursátiles recomiendan generalizadamente desde hace varios meses ‘vender’ la acción?

 

Hasta allí algunas preguntas relevantes para un mercado accionario que, a pesar de los discursos, aún no logra ganarse la confianza de los inversionistas, especialmente de los extranjeros, según ellos mismos dicen.

 

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