Fotos: AP
A las 14:46 del 11 de marzo del 2011, Japón comenzó a vivir las consecuencias de un terremoto de 8.9 grados y minutos después el desencadenamiento de un tsunami a lo largo de toda la costa del Pacífico de la isla.
En forma casi inmediata, el mundo se enteró de la catástrofe. Empezaron a circular imágenes en donde se apreciaban los daños causados por el terremoto y las inundaciones, y cómo el agua arrasaba con todo.
Entre los focos de alarma se identificaron: los incendios en el complejo petroquímico de Ichikawa y se declaró una emergencia mayor para la planta nuclear de Fukushima Dai-ichi debido al fallo presentado en los sistemas de enfriamiento de los reactores con que operaba.
La emergencia en esa región duró alrededor de diez días, la crisis aun continúa, con impactos no sólo en lo local, sino que traspasan las fronteras, más allá de los aspectos técnicos y económicos.
A un año de estos sucesos es conveniente escudriñar Fukushima con un afán prospectivo, lo cual nos podría ayudar a comprender nuestra realidad y alertarnos de la interconexión de los riesgos actuales.
La primera reflexión, ¿qué sucedió con la interacción de las decisiones, acciones y omisiones de los funcionarios del gobierno japonés, los directivos de la empresa que operan la central nuclear, la clase política, los habitantes de la región, los empresarios, los gobiernos extranjeros, las comunidades de las redes sociales, en la lógica que impone la globalización?
Tres fenómenos se conjuntaron en ese momento: dos de origen natural, otro creación del hombre. Por ello vale la pena preguntar: ¿Se están tomando las previsiones necesarias para hacer frente a los fenómenos de la naturaleza? Los actuales sistemas de prevención, ¿qué tanto pueden disminuir o aumentar esos riesgos?
Acerca de los aspectos técnicos algunos resultados están a la vista. A nivel internacional el tema de la seguridad en la producción de energía nuclear aparece como preocupación considerando que esto ya había disminuido a partir de las medidas tomadas con el caso de Chernobyl.
En este sentido, ¿cabría la posibilidad de reconsiderar y analizar las ventajas y posibilidades que tiene esta fuente alternativa de energía? Conocer más sobre el trabajo que desde 1957 lleva a cabo el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), de los esfuerzos que se hacen a nivel internacional para evitar el uso inadecuado de materiales nucleares y fortalecer la cooperación en materia de seguridad nuclear, son temas que serán abordados en la próxima Cumbre de Seguridad Nuclear 2012 a celebrarse los días 26 y 27 de marzo en Seúl, Corea.
Las instalaciones dañadas fueron cerradas y con ello se avizoran cambios fundamentales en la política energética japonesa. Por lo pronto, de los 54 reactores existentes sólo dos continúan en operación para el próximo verano. La situación podría complicarse debido a que no se cuenta con recursos naturales para la producción de energía, los empresarios prevén serias dificultades para operar pero se muestran dispuestos a aportar soluciones.
Se trabaja en la limpieza nuclear de la zona, a lo largo de la costa se estima que existen alrededor de 22.5 millones de toneladas de escombros, una gran proporción de ellos radiactivos; en la reconstrucción de las zonas devastadas se invertirán aproximadamente 250 mil millones de dólares. Para el pago de las indemnizaciones el gobierno apoyará a TEPCO para resarcir los daños aunque a la larga los pagará el contribuyente.
El gobierno también deberá diseñar la estrategia y los instrumentos para resolver la crisis económica del país, el yen está altamente devaluado frente al dólar y se tiene una deuda que implica más del 220% respecto del PIB, la más alta entre los países desarrollados.
Situación política
La Fundación Iniciativa para la Reconstrucción del Japón dio a conocer los resultados y conclusiones de una investigación, financiada por empresarios, acerca de lo ocurrido.
Al revisar la actuación de los funcionarios de gobierno, se constata que hubo un gran temor por informar con veracidad sobre la situación prevaleciente, se dieron órdenes contradictorias e incluso enfrentamientos entre funcionarios y directivos de TEPCO. Asimismo, la OIEA señaló que hubo una valoración incorrecta del fenómeno natural; desconocimiento, por ambas partes, de acciones inmediatas para mitigar y resolver la crisis además de que la operadora no estaba preparada con los procedimientos, materiales y equipos necesarios para afrontar los daños que podría causar un fenómeno natural de esas dimensiones. No obstante, se reconoció que no se podría haber hecho más con el daño sufrido en los sistemas de seguridad de la central, con la intermitencia de electricidad y el poco personal disponible.
La actuación del gobierno minó severamente su credibilidad lo cual llevó a la dimisión, al final de agosto de 2011, del Primer Ministro Naoto Kan quien duró en su encargo 14 meses. En su lugar se eligió a Yoshiniko Noda, siendo el sexto en ocupar el cargo en los últimos cinco años.
La clase política japonesa está sumida en una fuerte crisis que lleva a un clima de inestabilidad. El Partido Democrático de Japón, de centro izquierda, asumió el poder en 2009 cuando en las elecciones venció al Partido Democrático Liberal (derecha), después de que éste se mantuvo en el poder 54 años. A pesar de la difícil situación que se vive hoy en día, esto no significa una tregua entre las fuerzas políticas.
A todos los niveles de gobierno se cometieron errores, las evidencias muestran que había normas obsoletas y que algunos tramos de control fueron invadidos por la corrupción, hasta el momento no hay señales para lograr un ambiente favorable a la reconciliación.
Las encuestas juegan un papel significativo. Por un lado, están aquellas que miden la gestión de Naoto Kan, 69% lo desaprobó. Y otras que miden el grado de aceptación que tiene la generación de electricidad a través de la energía nuclear, en diciembre, 57% de la población se oponía, en octubre la proporción era de 48%.
La indignación fue creciendo entre la población a medida que se daba cuenta que el gobierno perdía su liderazgo y credibilidad, se minimizó la magnitud de los daños y de los riesgos para la salud. El hartazgo ya se había expresado en las urnas cinco años atrás, pero esa sensación de nueva cuenta invadía a la población, el gobierno mentía, las empresas eléctricas callaban, los medios de comunicación locales informaban poco y los internacionales evidenciaron los errores gubernamentales. Los ciudadanos se fueron organizando y se tejió una amplia red de participación social.
Los vacíos de información se fueron llenando a través de las redes sociales y los mensajes de texto vía en teléfonos celulares. La alarma del tsunami no logró escucharse debido a que la red eléctrica en diversas zonas se cayó, pero alrededor del mundo se vieron imágenes transmitidas satelitalmente o a través de la fibra óptica. Se hizo evidente la rapidez con que la información va de un lado a otro y los espacios no ocupados por las comunicaciones oficiales se fueron llenando de rumores y especulaciones que fueron edificando la realidad.
Las autoridades se mostraron muy cautelosas ante la posibilidad de crear situaciones de pánico pero perdieron la oportunidad de informar de manera veraz y honesta sobre los límites y alcances de su actuación. Hizo falta dar información técnica y científicamente precisa por parte de expertos reconocidos, señalar con la mayor precisión los posibles riesgos dejando ver que la responsabilidad en ese momento no únicamente era del gobierno sino de la sociedad en conjunto.
Los empresarios japoneses fueron sorteando la adversidad y procuraron soluciones para responder a las limitaciones de las comunicaciones para el suministro de bienes. Al tiempo de evitar los peligros de la contaminación de productos, se actuó en la mayoría de los casos de manera responsable y destaca su interés por conocer a fondo las causas del desastre. A un año, mantienen disposición para lograr mejores consumos de energía y restablecer las cadenas de suministro a la brevedad.
Reactores mundiales
A nivel mundial, 13.5% de la energía eléctrica se produce mediante 436 reactores, distribuidos en 30 naciones. A un año de los sucesos de Fukushima no hay cambios sustanciales en las políticas energéticas de esos países. Únicamente en Alemania, la canciller Angela Merkel, como parte de su estrategia electoral, anunció en mayo del año pasado que se desactivaría en ese país la última planta al inicio de la década 2020. En Italia se votó en contra de la energía nuclear, en oposición a lo propuesto por el gobierno de Silvio Berlusconi. En cambio, Francia y Estados Unidos mantienen firme su postura y buscan nuevas alternativas para dar mayor seguridad a las instalaciones como lo indica el lanzamiento del nuevo reactor AP1000, de Westinghouse-Toshiba que resuelve el problema de refrigeración hasta por 72 horas, una nueva tecnología con mayores posibilidades.
En el debate de la energía nuclear cabe destacar el papel que juega internacionalmente Greenpeace, quien asume una posición muy crítica sobre éste y otros temas relacionados con la protección del medio ambiente y el fomento de la paz.
Fukushima Dai-ichi proporciona muchos elementos para la reflexión sobre la complejidad y el entramado que representan los riesgos que actualmente vivimos. Fuimos testigos de cómo se presentaron fallas en los sistemas críticos, los alcances que tuvo una destrucción geofísica sin precedentes, las ventajas y desventajas de la conectividad y las redes sociales, de los temores y crisis gubernamentales, del fortalecimiento de la sociedad civil, la necesidad de crear mejores condiciones de gobernabilidad y gobernanza, lo cual obliga a replantear nuestras formas de pensar y actuar en este nuevo siglo.
* Maestro en Administración Pública dedicado al Análisis de Políticas Públicas. sergioaquiles@gmail.com
TEPCO
Fukushima es una de las 47 prefecturas de Japón ubicada al noroeste de la isla, en esta región se encuentra la localidad de Ōkuma, a unos 250 km al norte de Tokio y con una población estimada en 2010 de poco más de 11 mil habitantes distribuidos en 78.70 km².
Allí se instaló, en una superficie de 3.5 km², la planta nuclear Fukushima Dai-ichi (Uno en japonés) diseñada por la compañía General Electric, construida en 1966 y que comenzó a operar por la Tokio Electric Power Company (TEPCO) en noviembre de 1970.
Por sus características, seis reactores de agua en ebullición (BWR) con una potencia combinada de 4,7 GW era considerada como una de las plantas nucleares más importantes del mundo.
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