En una ocasión caminaba por una calle en la que existen parquímetros. En ella observé una escena que involucraba cuatro vehículos. Dos estaban estacionados sobre la calle, uno de los cuales tenía puesto el candado por no haber pagado la tarifa correspondiente, otro estaba frente a una cochera; los otros dos autos estaban estacionados en paralelo pero sobre la banqueta. El que menos afectaba a la sociedad fue el que recibió la mayor sanción.
Nuestra sociedad ha venido viviendo procesos institucionales que de alguna manera encarecen el ejercicio público, pero de otro lado dan certidumbre en los nuevos temas de la agenda pública. Al fortalecimiento de autoridades ambientales acompañó la creación de instituciones, entre ellas tanto la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente como las procuradurías ambientales de los estados. En aras de asegurar el cumplimiento de la normatividad ambiental, el Estado tuvo que hacerse de “dientes”.
Con la Comisión Nacional de Derechos Humanos y luego las comisiones estatales de derechos humanos pasó más o menos lo mismo. Cofetel, Conamed, Condusef, Cofemer, entre otros organismos, fueron creados en la medida que los temas que hoy defienden cobraron relevancia en la agenda pública.
Hace aproximadamente nueve años se creó el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. En la medida que nuestra sociedad entendió que debía combatir la discriminación comenzó a fortalecer el marco institucional para ello: creó una ley y una institución, así como ondas expansivas que poco a poco nos meten en conductas y culturas de integración que antes no nos eran relevantes como sociedad.
Volviendo al ejemplo que puse de los autos en la banqueta que no fueron sancionados quiero poner el ojo en el peatón, quien obvio no podía usar esa banqueta. En un país en el que dominan las banquetas angostas y donde las banquetas anchas se ven copadas de vehículos o estorbos, donde las esquinas también han sido bloqueadas, donde hasta cruzar calles secundarias puede ser una acción peligrosa ¿Quién defiende los derechos del peatón?
Circular en bicicleta en medio de los auto es algo un tanto incómodo, por decir lo menos: nunca falta el que siente impotencia de que, tras haber invertido decenas o cientos de miles de pesos en una mole de fierro, un tipo en dos ruedas a 15 km/h vaya más rápido en horas pico: se anticipan a las vueltas, se incomodan de que uno ocupe el carril completo, se cierran.
¿Qué hacer como peatón? ¿Qué hacer como ciclista? Creo que en el incipiente giro que viven las ciudades mexicanas por recuperar hábitos sustentables perdidos para la clase media, como caminar, pedalear o usar el transporte público, habría que pensar en formas más institucionales de asegurar el cumplimiento de los derechos.
¿A quién recurrir si un vehículo estorba una banqueta? Recurrir a las policías locales resulta una monserga, sobre todo cuando no es un vehículo el que estorba el andar de un peatón sino cientos o miles en un solo día para una sola persona. Lo mismo en el caso de la bicicleta ¿A quién recurrir cuando ni siquiera el Estado ha asumido la responsabilidad de una educación vial que proteja a los más vulnerables?
No me parece lejano el día que contemos en algún estado con alguna “Procuraduría de Defensa del Espacio Público” o “Procuraduría de Defensa del Peatón”. De hecho, me parecería deseable construir una suficiente capacidad de reacción por parte del Estado para asegurar el derecho al libre tránsito: llamar a un teléfono o enviar un SMS y que antes de que llegue una pizza hayamos sancionado a cualquier infractor del espacio público.
No son sueños. Hay que construir el entorno institucional ahora que el tema ha llegado a la agenda pública … y de paso también tendríamos que hablar de la accesibilidad universal en el espacio público.
@GoberRemes