El reclamo de cientos de estudiantes de la Universidad Autónoma de Nuevo León, por la muerte violenta de dos de sus compañeros, se escuchó ayer en las calles de Monterrey con la consigna “ni un muerto más”; pero la violencia desatada en el norte del país no entiende de reclamos sociales y apenas unas horas después de las movilizaciones estudiantiles ayer en un barrio popular de la capital regia cinco menores de edad eran acribillados a balazos afuera de sus domicilios.
Dos estampas de una región de México que se convulsiona ya desde hace años por la violencia, recrudecida en las últimas horas. Igual que ayer Monterrey, antes fue Saltillo, la capital de Coahuila que lleva una semana completa viviendo entre el miedo de las balaceras y el pánico en las calles por enfrentamientos entre sicarios y autoridades que el martes dejaron tres muertos.
Igual que Saltillo también Ciudad Victoria, la capital de Tamaulipas, que ayer, en medio de explosiones de bombas en una agencia de autos y balaceras y pánico en las calles contaba cuatro muertos y varios días también viviendo en el pánico de los fuegos cruzados y las informaciones confusas que siembran miedo y caos entre la población victorense.
Y antes fue Nuevo Laredo, con su martes rojo que dejó al menos 15 muertos en las calles por balaceras y enfrentamientos en casi toda la ciudad, que obligaron al ayuntamiento de esta ciudad fronteriza a recomendar antier a la población que se mantuviera en sus casas y evitara salir a las calles “porque toda la ciudad está en estos momentos afectada por balaceras y enfrentamientos”.
¿Qué pasa en el norte del país que ha sido la zona más castigada por la violencia, el terror y la inseguridad que ha traído la lucha contra el crimen organizado? No hay estado de esta región que se salve de haber sido puesto en jaque por los narcotraficantes, y aunque el occidente, el centro y el sur también han conocido está violencia en lo que va del sexenio de Felipe Calderón, a los norteños estos últimos cinco años les cambiaron la vida y convirtieron una zona geográfica que era símbolo de trabajo, alegría, tesón y actitud industriosa, en territorios del miedo, en ciudades donde la sangre corre casi todos los días por las calles, donde sus habitantes ya no salen de noche ni conviven en espacios públicos por miedo a ser secuestrados o a hallarse en medio de un fuego cruzado.
Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua, Coahuila, Durango, Sonora y Baja California, sin excluir a Zacatecas, son de los estados más golpeados por la violencia de estos últimos años, y aunque no son los únicos, pues hay otras entidades de regiones distintas que también han sufrido, el norte ha vivido fenómenos sociales dramáticos que van desde el éxodo de poblaciones enteras que han sido abandonadas por la violencia, hasta la migración forzada de sectores sociales acomodados por la violencia y la cancelación de estilos de vida que se han modificado a fuerza del miedo.
En la historia de México la región norteña siempre ha jugado un papel importante. Su cercanía con la frontera de Estados Unidos la volvió agente de cambio y de nuevas ideas en la época de la Revolución, igual que en la ruptura del sistema priista, en el norte comenzaron las protestas democráticas y las primeras derrotas del antiguo partido de Estado. Del norte también llegaron muchas industrias que se volvieron nacionales y una forma de ser y entender la mexicanidad como algo positivo, franco y de capacidad para el trabajo y crecimiento.
Hoy, por desgracia, lo que llega del norte solo son noticias lamentabilísimas: balaceras, pánico, jovencitos baleados, ataques con explosivos, secuestros….¿qué le han hecho al norte de México?
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