Deporte que ha unido y ha balcanizado, que ha liberado y ha sometido, que ha reivindicado nacionalismos, construyendo proyectos de nación, y ha clamado por la subversión, contribuyendo a la caída de regímenes. Deporte, el futbol, que nunca desempeñó papel tan importante en independencia alguna como en la argelina.

 

Este domingo se cumplen 50 años del fin del dominio francés en este país del norte de África. Fin de la aventura colonial. Fin también del equipo de futbol que renunció a dinero y gloria deportiva, para poner sus goles al servicio de la soberanía.

 

Era abril de 1958 y los mejores futbolistas argelinos empezaron a desaparecer. Por ejemplo, Rachid Mekhloufi, goleador con el campeón Saint Etienne, estaba convocado para jugar con la selección francesa, pero misteriosamente no llegó al entrenamiento. El Mónaco, a su vez, desconocía el paradero de Mustapha Zitouni, defensor también de la selección gala y quien estaba cerca de ser contratado por el Real Madrid. La cuenta llegaba a nueve jugadores que militaban en la primera división gala, de los que resultaba imposible hallar pistas.

 

Just Fontaine, quien anotaría trece goles en el Mundial de Suecia 58, me explicaría años después el desconcierto que se vivía al interior de la selección francesa. Mekhloufi y Zitouni se habían convertido pronto en inamovibles y no habían dicho nada a nadie. Fontaine, él mismo nacido en Marruecos, entendía mejor que nadie la circunstancia, aunque de entrada todo era confusión y hasta miedo, de que algo hubiera sucedido a sus compañeros.

 

Poco a poco trascendió que no había secuestro ni atentado, sino deserción: escaparon a Túnez en donde conformaron la selección de futbol del Frente de Liberación Nacional (FLN). Con sus actuaciones futboleras buscaban recaudar fondos, legitimar causa y unir al pueblo argelino en aras de la independencia.

 

A cargo del proyecto estaban otras leyendas del futbol de Argelia como Mokhtar Arribi, hasta poco antes director técnico del club francés Avignon, quien logró convencerlos de no jugar un mundial con Francia, frenar sus buenos ingresos y pasar a más austera vida (una especie de guerrilla futbolera).

 

En todo caso, la gira del combinado del FLN empezó triunfalmente: victoria 8-0 sobre Túnez, 5-1 contra Marruecos, 6-1 a la poderosa Yugoslavia. El himno argelino entusiasmaba a multitudes, los goles hacían patria y las autoridades francesas no podían controlar esa forma de subversión. Este peculiar equipo llegó a disputar 91 partidos casi siempre en contra de naciones árabes o de la Europa comunista.

 

Cuando finalmente concluyó la guerra con Francia, el presidente provisional argelino, Ferhat Abbas, los honró bajo la hoy inmortal frase de “ustedes adelantaron la independencia diez años”.

 

Mucho antes de empezar la lucha anti-colonial, las autoridades francesas quisieron prohibir los nombres religiosos con que se denominaba a los clubes en Argelia, como el FC Musulman o el Mouloudia (siendo Mouloud el festival del nacimiento del profeta Mahoma).

 

Previendo los peligros que podían derivar del matrimonio futbol-religión-nacionalismo, Francia buscó diluir esos ideales al obligar a los equipos argelinos a alinear a cierta cantidad de europeos.

 

Mientras tanto, frente al estadio de Colombes en París, era asesinado Ali Chekkal, político que hacía campaña en contra de la separación argelina. Chekkal había asistido a ver la final de la copa francesa en la que participaban dos argelinos y a la salida del cotejo perdió la vida.

 

Finalmente, en cuanto llegó la independencia de Argelia, el combinado del FLN se convirtió en selección nacional y muchos de los desertores regresaron a jugar en sus viejos clubes franceses. Mekhloufi volvió a ser ídolo en el St. Etienne y selló la paz al estrechar la mano de Charles de Gaulle en alguna premiación. Otros como Zitouni reiteraban que nunca habían dejado de amar a Francia y hablaban de postales intercambiadas con sus ex compañeros de la selección francesa durante el Mundial 58 (lo cual me confirmó el propio Fontaine, quien además explicó que con los argelinos Francia hubiera dado mayor batalla a Brasil en semifinales).

 

Cosas del destino: el primer presidente argelino y antiguo líder del FLN, Ahmed Ben Balla, había jugado en su juventud para el Olympique de Marsella… Y más de las vueltas del destino porque en esa misma Marsella nacería un hijo de argelinos, Zinedine Zidane, quien se convertiría en el cerebro de la primera Francia campeona del mundo.

 

En 2001, como inicio de las conmemoraciones del 40 aniversario de la independencia argelina, las federaciones de estos dos países decidieron que era momento de mostrar madurez y disputar por fin su primer partido de futbol. La jornada estaba llamada a ser todo un festival de la fraternidad y armonía de estos dos pueblos. Querían presumir que cuatro décadas después, las heridas de tan sangriento episodio estaban cicatrizadas en una Francia multicultural e integrada a través de su heterogénea selección.

 

Ya en los himnos, comenzaron los problemas: el francés, abucheado en pleno París; el argelino coreado emotivamente. Al segundo tiempo, Francia se imponía 4-1 cuando se dio invasión de cancha y los futbolistas fueron evacuados del terreno de juego: cuarenta años no bastaban para esa cicatriz.

 

Zidane fue acusado por los franceses de no haberse empleado a fondo contra el país de sus antepasados (el ultraderechista Jean-Marie Le Pen insistiendo que “el equipo francés no es suficientemente Francia”) y al poco tiempo se alimentó el rumor de que su padre había sido harki, es decir, argelino peleando a favor de Francia (asunto totalmente falso). La realidad es que si Zizou no estuvo concentrado ese día, sería más atribuible a que horas antes del partido había sido amenazado de muerte.

 

En fin: se llega a medio siglo de esta independencia con parte de la selección argelina nacida en territorio francés y algunos hijos de argelinos jugando para Francia, pero con una guerra que aún supura a los dos lados del mediterráneo. Guerra de independencia que, al margen de balas y bombas, contó con la participación determinante de unos futbolistas que renunciaron a todo por convertir sus goles en patria.

 

 

@albertolati

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