De alguna manera podemos decir que es un logro de nuestra ingeniería, el hecho de que hasta el momento no se haya reportado nada mayor. En otros latitudes se tendría un saldo lamentable,con un sismo de 7.9 grados en la escala de Richter, como el de hoy.

 

Claro, hablamos de los edificios posteriores a los terremotos del terremoto del 85. Gracias a las instituciones dedicadas a la ingeniería en nuestro país, a las normas y a los reglamentos de construcción posteriores a dichos terremotos, el grado de seguridad se incrementó para que las estructuras se diseñaran para soportar sismos de 8.5 grados Richter sin problema.

 

El o los problemas están en los edificios anteriormente construidos, y desde luego, en ciertas zonas de la ciudad, más que en otras. Hay zonas sensiblemente más vulnerables tanto por la antigüedad de sus construcciones como por el subsuelo, como la Colonia Roma, la Condesa o el Centro Histórico en la ciudad de México.

 

En referencia a la pregunta recurrente de cómo se mueve, digamos la Torre Mayor en un sismo, la configuración de deformación en cada nivel de un edificio alto depende de su período natural de vibración y de la energía que tenga el sismo, depende de la frecuencia con la que se mueve el suelo. Pero ¿cuánto se mueve? Quizás unos 70 centímetros en la parte más alta, o quizás en otros casos se mueva más en los niveles intermedios. De cómo se movió ayer, todavía no se sabe.

 

Cuando son edificios muy altos se usan amortiguadores sísmicos o disipadores de energía. Habría que promover que se usen en edificios menos altos. Eso podría ayudar a controlar el pánico que producen los sismos fuertes.