A la Comisión Federal de Telecomunicaciones -como a otros órganos reguladores de mercados del Estado mexicano- le urge construir confianza.

 

Uno de los graves problemas que tenemos en México para avanzar en la competencia de los mercados, en dar certeza jurídica a la inversión y protección a los consumidores, es la desconfianza enquistada en la génesis de varios de estos órganos de regulación y supervisión entre los que, sin ninguna duda, sobresale Cofetel.

 

Para superarlo se requiere revisar a fondo las bases mismas de su conformación y las reglas de su operación, y eso no se dará en la actual coyuntura política, ni se hará de un día para otro. Sin embargo la relevancia de la agenda que tiene Cofetel ahora mismo por desahogar, no puede esperar más. Decisiones clave para el país, como la apertura de nuevos jugadores en televisión abierta o el futuro de la televisión digital terrestre, son asuntos de alto interés público por los que deben responder los miembros del Pleno de Cofetel.

 

La desconfianza ciudadana que se cierne sobre el trabajo de los comisionados de Cofetel radica fundamentalmente en si éstos responden al interés público para el que fueron designados y que marca la ley, o al interés privado de alguno o algunos de los poderosos regulados de la televisión y de las telecomunicaciones.

 

Estas dudas se generan porque las leyes y reglamentos que cobijan a Cofetel no son los suficientemente diáfanos y puntuales como para desterrar las sombras de duda. Pero también porque los propios comisionados se han encargado de sembrar desconfianza con sus acciones, decisiones y desencuentros.

 

Sin embargo hay pequeños pasos que pueden abonar a la confianza. Los comisionados deben, por voluntad propia, hacer pública su declaración patrimonial y borrar cualquier sospecha; publicar una minuta pormenorizada de las decisiones que adoptan en las reuniones plenarias; y colegiar las tareas del pleno. Todas ellas son acciones encaminadas a la transparencia.

 

De lo contrario, Cofetel y sus comisionados van rumbo al descrédito, si no es que ya están en él.

 

SÍGALE LA PISTA…

 

Hoy se inaugura en Tabasco el Congreso Mexicano de la Industria de la Construcción que organiza la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción. Allí participarán, entre otros, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Dionisio Pérez-Jácome, el presidente de ICA, Bernardo Quintana Isaac, el presidente de Grupo Modelo, Carlos Fernández González y la ministra de la SCJN, Olga Cordero. Un atractivo mediático del Congreso será la presencia de los candidatos presidenciales Josefina Vásquez Mota, Enrique Peña Nieto y Gabriel Quadri de la Torre, aunque todavía hasta ayer por la tarde se esperaba la confirmación de Andrés Manuel López Obrador. También participarán los gobernadores de Tabasco, Andrés Granier, de Yucatán, Ivonne Ortega, y de Oaxaca, Gabino Cué. En el evento se dará el relevo del Consejo Directivo de la Cámara que presidió exitosamente José Eduardo Correa Abreu en los últimos dos años y que ahora encabezará Luis Zárate Rocha, Vicepresidente Ejecutivo de Grupo ICA. No hay que olvidar que la CMIC es una de las agrupaciones empresariales más dinámicas e influyentes del país; de allí que con su estilo franco Correa Abreu no tuvo empacho en señalar que éste no fue el sexenio de la infraestructura, a contracorriente de la propaganda oficial.

 

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