No hay daños estructurales, pero sí habrá que hacer muchísimas reparaciones, dice Arturo Rueda, quien habita uno de los apartamentos del edificio ubicado en Tamaulipas 82, en la colonia Condesa, y que resultó afectado tras el sismo del martes.
Personal de Protección Civil acudió al inmueble de ocho pisos y tras una inspección determinó que no existen daños que afecten la estructura, esto a pesar de las cuarteaduras en paredes, la caída de mampostería y plafones.
Según José Ávila, académico con más de 25 años de experiencia en evaluación de riesgos en edificaciones, son los edificios medianos de departamentos de entre 8 y 15 pisos de altura que tienen estacionamientos subterráneos los más sensibles a sufrir daños durante sismos como el que vivió la capital del país el martes, con una intensidad de 7.7 grados Richter.
El arquitecto adscrito a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que estas edificaciones son más sensibles a un sismo que las grandes torres como la Latinoamericana o la Torre Mayor. Generalmente, los inmuebles medianos resuelven el problema del estacionamiento poniéndolo en la parte más baja de la construcción en lugar de reforzar los cimientos con sistemas hidráulicos.
“Tienen más problemas en cuanto a su construcción y concepción: un gran edificio generalmente está en un terreno muy grande, resuelve el problema de estacionamiento con terrenos anexos y tiene la mejor tecnología, pero en el caso de estos edificios que hablo, muchas veces sacrifican la lógica estructural para satisfacer demandas de estacionamiento y el edificio queda en un lote muy pequeño y eso conlleva a otras fallas que fracturan la estructura”.
Aunque Ávila y otros expertos reconocen que las edificaciones construidas después del temblor de 1985 son capaces de soportar un sismo de hasta 9 grados, existen dos zonas que son altamente sensibles: la delegación Cuauhtémoc y Tláhuac.
La primera por estar encima de un vaso lacustre y estar altamente sobrepoblada, mientras que Tláhuac no sólo se encuentra sobre una zona lacustre sino que además tiene una geografía ubicada entre dos sierras, en la que las ondas sísmicas rebotan, lo que multiplica la intensidad de un sismo.
Germán Pallares, director de la carrera de Arquitectura del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, campus Santa Fe, coincidió en que zonas de la delegación Cuauhtémoc como las colonias Condesa, Roma, Centro y Cuauhtémoc pueden ser calificadas como de riesgo por contar aún con un porcentaje importante de edificios con más de 30 años antigüedad.
No obstante, también reconoció que después del terremoto de 1985, que provocó daños en aproximadamente 68 mil edificaciones, el Gobierno del Distrito Federal elaboró un reglamento de construcción que ha servido de modelo para otras capitales sensibles a los movimientos telúricos como Cancún.
Gracias a este reglamente, todos los grandes edificios de la capital se construyen sobre bases profundas en las que se cimentan pilas de concreto que se inyectan en el suelo en forma de araña, reforzados con estructuras metálicas flexibles que dan soporte al inmueble.