Primero fue el solitario Manuel Clouthier Carrillo –hijo del mítico “Maquio” Clouthier-, quien hizo todo un espectáculo para anunciar que se postularía como candidato presidencial independiente.

 

Para eso, “Manuelito” -como lo motejan sus malquerientes-, recurrió a los tradicionales “gritos y sombrerazos” y luego juró y perjuró que se convertiría en candidato presidencial, a pesar de que legalmente no existe esa figura.

 

Sin embargo, alegó furioso que todos estaban equivocados, ya que sus abogados -que más que expertos en derecho parecen magos-, le habían asegurado que se convertiría en candidato presidencial, con solo pedirle al IFE que lo registrara y, claro, con una buena dosis de la voluntad que ha caracterizado a los Clouthier.

 

Pero luego del registro de “Maquío chico” -y acaso porque muchos otros mexicanos le creyeron a los “magos” que trabajan como abogados para el señor Clouthier-, el número de candidatos independientes fue subiendo, hasta llegar a diez, doce y…  trece, cuando apareció otro bufón de la política, el vividor llamado “Juanito”.

 

En efecto, la tarde de ayer también se registró como candidato presidencial el “genial” “Juanito” -ese bizarro invento de la picaresca política mexicana que se le acredita a Andrés Manuel López Obrador-, quien alcanzó la fama luego de servir de botarga a los intereses del tabasqueño para apoderarse del control político de la poderosa delegación de Iztapalapa.

 

Bueno, la trascendencia de “Juanito” ha sido de tal importancia para la política mexicana, que hoy son motejados como “juanitos” o “juanitas”, todos aquellos ciudadanos que son utilizados como “botargas” del poder. Pero tampoco la simpática y legítima ambición de “Juanito” fue el último lance en la diarrea que por las ambiciones presidenciales se ha producido ene. IFE.

 

No, el pasado martes llegó para registrarse como candidato presidencial independiente el ciudadano Manuel Guillen, un hombre de más de sesenta años de edad, que ante la negativa para registrarse, de inmediato se plantó en huelga de hambre en las afueras del IFE.

 

Candoroso, el señor Guillén estalló enllanto cuando los medios le preguntaron sobre sus ambiciones presidenciales. Dijo que había decidido sacrificar su vida, su tranquilidad y su vejez, por el bienestar de sus nietos, ya que su presidencia sería la única garantía de liberarlos del yugo de los malos gobiernos.

 

Conmovidos -igual que el consejeros Figueroa del IFE se conmovió por el candidato presidencial Clouthier-, los consejeros del IFE instruyeron a la ventanilla respectiva, a recibir los documentos de registro del señor Guillén, quien ya recuperado del llanto, amenazó a la grosera partidocracia mexicana de llegar hasta las últimas consecuencias, ya que tiene todo el derecho de ser registrado como candidato presidencial, de aparecer en las boletas y, claro, de que sus nietos voten por él.

 

Pero luego de Clouthier, de “Juanito” y del señor Guillén, el número de aspirantes a candidatos presidenciales independientes llegó a… ¡25 ciudadanos registrados! Claro, hasta la tarde de ayer. Todo ello sin contar con los candidatos que se acumulen hasta el cierre del periodo de registro, que venció en el primer minuto de hoy.

 

COMEDIA Y TRAGEDIA

 

Sin duda que no pasa de ser una gracejada que, 25 o más ciudadanos con derechos plenos, pretendan convertirse en candidatos presidenciales independientes y que, para ello, se tomen el tiempo de reunir un puñado de documentos oficiales, fotocopiarlos, acudir al IFE y solicitar su registro como candidatos presidenciales independientes.

 

Está claro que una buena parte de los 25 o más, se avientan la puntada en espera de sus cinco minutos de fama, de los 20 segundos de televisión o, incluso, por el puro gusto de la puntada de registrarse en el selecto grupo de presidenciables. Es evidente que otros casos, como el del señor Clouthier, decidió montar el circo de la candidatura presidencial independiente, como parte de una estrategia al estilo lopezobradorista, para promocionar el nacimiento de una liderazgo político.

 

También es cierto que algunos como “Juanito”, son fervientes convencidos de la rentabilidad que significa el oportunismo político. El señor “Juanito” no solo se hizo figura gracias a ofensivo papel de “botarga” que le encomendó AMLO, y del cual ha vivido por años. Y acaso uno que otro de esos 25 o más, cree que en realidad tiene posibilidades legales y políticas, de convertirse en candidato presidencial, a partir de su ignorancia monumental.

 

Pero en el fondo, lo que en la superficie parece una mala comedia propia de los clásicos televisivos, en realidad asoma como una tragedia. ¿Por qué?

 

Porque si bien todos los ciudadanos, con derechos plenos, tienen la plena libertad de votar y ser votados, también es cierto que no todos tienen las características mínimas, indispensables, para ocupar el cargo de presidente. Y es ahí donde está la tragedia. Hoy los candidatos presidenciales oficiales, del PRI, PAN, PRD y Panal son tan malos, que cualquiera puede ser presidente.

 

Bueno, ya hasta motejan que si un indigente –en alusión a AMLO, quien vive la caridad-, tiene posibilidades de ser candidato ganador, por que no Clouthier, “Juanito”, el señor Guillén o cualquiera otro de los 25 o más. ¿Qué tal? ¿Cara o cruz?

 

SE ACUERDAN

 

Al recorrer los diarios de hace seis años, cuando el país también vivía un proceso electoral, resulta notorio que algunos titulares de entonces parecen una réplica exacta de los encabezados actuales.

 

Por ejemplo, en el marco del aniversario de la expropiación petrolera, los candidatos presidenciales de 2006 –Felipe Calderón, Roberto Madrazo y Andrés Manuel López Obrador – se perdieron en el debate de la apertura, la privatización o la nacionalización de Pemex.

 

Algo muy similar a lo que hicieron hace un par de días Enrique Peña, Josefina Vázquez Mota y el reincidente Andrés Manuel.

 

Por otro lado, hace seis años se leían encabezados como “Labastida: con ajustes, el PRI aún puede ganar” o “Listas del PRI desatan amagos de ruptura e impugnaciones”.

 

Hoy encontramos notas similares pero en lugar del apellido Labastida, aparecen otros como Zambrano, Ortega Gil y Madero. Además, igual que las de hace seis años, las listas de plurinominales de ahora también provocan iras, renuncias y despotricos.

 

No cabe duda que aunque los tiempos se revolucionan, la clase política cambia muy poco.

 

ricardo.aleman@24-horas.mx | @ricardoalemanmx