No se llega a 26 años al frente de uno de los equipos más grandes del mundo por casualidad. No se consigue mantener líneas de autoridad tan firmes y un liderazgo tan claro, por simple inercia. No se renuevan las metas tras tantas cimas conquistadas por generación espontánea.
Muchos secretos han de existir para que Sir Alex Ferguson se mantenga como director técnico del Manchester United tras más de dos décadas y media, pero probablemente el primero sea la coherencia.
Un par de meses atrás el United dejó de utilizar a su futbolista más decisivo y brillante, Wayne Rooney, porque violó una indicación de Ferguson. ¿Cuál fue el pecado del goleador? Salir a cenar en una específica noche en la que eso se había prohibido al plantel. Llegado el partido contra el débil Blackburn, Rooney no estuvo ni en la banca y sus compañeros cargaron con la más sorpresiva derrota del año.
Ferguson habrá lamentado mucho la pérdida de esos tres puntos que a la postre podrían ser la diferencia entre coronarse o ser frustrados subcampeones, pero seguramente estuvo orgulloso de su decisión: coherencia. Si alguien rompe algún lineamiento, el castigo no será definido con base en el nombre, el momento o la necesidad.
Mientras el United sorteaba esa tormenta de tal forma, sus vecinos del petromillonario Manchester City buscaban acomodo a Carlos Tévez. Brillante futbolista, capitán incluso en el torneo pasado, quiso cambiar de equipo durante el pasado verano, aunque en vano. Su técnico, Roberto Mancini, había dejado de contar con quien tantas ganas tenía de marcharse y lo relegó a la banca.
En cierto partido que ya parecía perdido, Mancini indicó a Tévez que calentara para ingresar. El argentino se negó y su entrenador aseguró en la conferencia de prensa posterior que “mientras yo dirija al City, no volverá a jugar”. Vinieron acusaciones, descalificaciones, rencores y Tévez esperaba finalmente escapar de tan privilegiada prisión (misma que le reporta a la semana 4 millones de pesos), pero con la novedad que de nueva cuenta no existió acuerdo para su salida a otro club.
Sus compañeros jugaban liga, copa, Champions y posteriormente Europa League, cargando con ausencias por la Copa África disputada en enero, al tiempo que Tévez estaba en Argentina de vacaciones, desde donde mandaba declaraciones dolosas hacia Mancini y el City.
La telenovela terminó con Tévez volviendo a Inglaterra y reapareciendo la semana pasada, pase de gol incluido.
Ferguson, tan sabio para analizar como para desestabilizar, declaró que la decisión de Mancini le costará cara. Su colega italiano contestó molesto, pero poca importancia tuvo: todo líder sabe que Sir Alex tiene la razón en este debate: por mucha necesidad que exista, la coherencia es valor innegociable… A menos que Mancini admita haberse equivocado en el trato a Tévez o permita que todos sus dirigidos decidan cuándo entrar de relevo a un partido.
@albertolati