The Hunger Games es de esas cintas que nació con todo en su contra pero, como en las películas, venció las adversidades y se robó la taquilla. Adaptación del libro homónimo escrito por Suzanne Collins (otrora escritora de programas infantiles de TV); la cinta se erige -ante el final de la saga de Harry Potter y la próxima conclusión de la infame Twillight– como la nueva atracción del cine para adolescentes.

 

Contra todo pronóstico y a pesar de las dudas del estudio, The Hunger Games se ha convertido en la película “no secuela” con mejor arranque en el primer fin de semana recaudando, tan sólo en E.U., 155 millones de dólares, recuperando en dos días la inversión completa de la cinta.

 

¿De qué va Hunger Games? En un futuro distópico, Estados Unidos ha dejado de existir y en su lugar se erige una nación llamada Panem, compuesta por 12 distritos. Para nunca olvidar los trágicos hechos de violencia por los que se creó Panem, su gobierno obliga al cumplimiento de un ritual llamado “Los Juegos del Hambre”: cada distrito debe ofrecer como “tributo” a dos jóvenes, no mayores de 18 años, quienes habrán de competir entre si a muerte en una arena destinada para tal efecto.

 

Estos juegos son transmitidos por televisión, en una especie de sanguinario reality show donde el sobreviviente se volverá una celebridad. Este año, uno de los “tributos” del sector 12 resalta por encima de todos: Katniss Everdeen no fue seleccionada por sorteo, como es común, sino que se ofreció como voluntaria, con tal de salvar a su pequeña hermana de dicha encomienda. Los ojos del país entero están puestos en esta peculiar chica.

 

No deja de ser extraño ver una cinta que te invita a ser testigo de una masacre; peor aún cuando la violencia se muestra en exceso estilizada; mucha muerte, poca sangre, nulas consecuencias. En medio de toda esa carnicería tenemos el triángulo amoroso entre Katniss, su novio y uno de los participantes en el juego. Éste es el elemento que atrae adolescentes, que genera suspiros, que grita la palabra mágica: secuela.

 

Así, Hunger Games no dista mucho de Twilight u cuaquier otra saga cinéfila manufacturada para el público adolescente; cursi y chabacana,  es increíble el número de oportunidades que esta cinta deja ir: no es una critica al estado totalitario, no pone en evidencia a los reality shows, tampoco le interesa decir nada sobre la alienación del individuo ante los medios; es simplemente una novela para dolescentes, con escenas de acción bien logradas y una historia de amor incluída.

 

Nula en términos cinematográficos, la cinta se sostiene por la presencia (más que actuación) de una estoica Jennifer Lawrence (Katniss) -en vía libre hacia el estrellato hollywodense-; así como por los muy divertidos Stanley Tucci (como el show host) y Woody Harrelson como el cinicazo tutor de los adolescentes del sector 12.

 

Será inutil resistirse, Hunger Games es la cinta de la que todo mundo estará hablando, pero que al final se aprecia tan relevante y profunda como Twilight.

 

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