La creación de órganos 100% naturales dentro de un laboratorio a partir de células madre provenientes de los dientes no es una quimera. En México y el mundo se hicieron ya trasplantes de órganos huecos como uretras y vejigas, ahora el reto es poner a funcionar dentro del cuerpo humano otros miembros más complejos como el corazón y el riñón, que también ya han sido generados in vitro.
Laboratorios de países como Estados Unidos, Inglaterra o España desarrollaron corazones, riñones, vejiga o hígado creados a partir de las células madre mensenquimales ubicadas dentro de los dientes de leche o las muelas del juicio.
Éstas son la materia prima de todos los órganos, tejidos y componentes del cuerpo humano por lo que una vez que se extrajeron y cultivaron pueden transformarse en cualquier parte del organismo.
“En el momento en que se necesitan se sacan y descongelan, y se envían al laboratorio, donde pueden multiplicarse todas las veces que sean necesarias para tener el número suficiente. Una vez listas, se les inyectan enzimas u otras células que los hagan funcionar exactamente como el órgano que se va a hacer”, explicó Víctor Saadia, director de la empresa Bioden –un banco de células madre dentales que hace investigación a nivel internacional para su uso–.
A la par, los investigadores crean el exterior del órgano. A partir de componentes biológicos se hace algo parecido a una bolsa transparente que tiene la misma forma del órgano y una vez que las células están listas se le inyectan.
Los laboratorios han presentado corazones y riñones que funcionan igual que el que tiene cualquier persona. “Sin embargo todavía están en pruebas de seguridad y eficacia, antes de trasplantarlos a una persona”, dijo Saadia.
Anthony Atala, director del Instituto de Medicina Regenerativa de Wake Forest, en Carolina del Norte, es uno de los médicos que sigue experimentando con las células, e incluso diseñó una impresora en tercera dimensión que “imprime” el órgano completo (bolsa y células) en un solo procedimiento.
A través de una técnica parecida creó una vejiga que trasplantó a un niño de 10 años en el 2002, con lo que se logró resolver sus problemas de uretra y tiene una vida saludable, va a la universidad, practica deporte y dejo de ser tímido por sus problemas de incontinencia.
Atala y médicos del Hospital Infantil de México Federico Gómez realizaron trasplantes de uretras (el conducto por el que pasa la orina) de manera exitosa en menores mexicanos, quienes llevan seis años con dicho tejido creado in vitro.
Estas investigaciones comenzaron en 2010, después de que se encontraran las células mesenquimales en los dientes, y se conociera su importancia en la formación de órganos y tejidos.
A la par de los trabajos a nivel internacional hospitales públicos en México, como el Centro Médico Siglo XXI o el Hospital General, también realizan investigaciones en los bancos de células madre para ofrecer nuevos tratamientos.
Así, se espera que la generación de órganos sólidos y tejido de diferente tipo se conviertan en una realidad durante los próximos 10 años, o incluso antes, de acuerdo con distintas universidades españolas.
“Esto vendrá a resolver dos problemas que tenemos con la donación de órganos: uno, que no mucha gente está dispuesta a donar sus órganos y tenemos una larga lista de espera; y dos, la compatibilidad histológica será mucho mayor y habrá menos probabilidad de rechazar un órgano ajeno”, explicó Saadia.
Dientes que salvan
Las células madre mesenquimiales se ubican dentro de los dientes de leche o las muelas de juicio. Victor Saadia, director de Bioden, explicó que basta guardar uno de los dientes de los niños en cuanto se caen para tener una reserva de células que servirán en un futuro.
En el caso de las muelas del juicio, lo recomendable es que los pacientes no tengan más de 25 años y sus muelas en buen estado para que se pueda hacer el cultivo. “Aunque también hemos visto pacientes mayores que vienen a intentar guardar las células que pudieran tener sus dientes. En este caso no podemos garantizar nada pero igual se hacen los estudios”, señaló Saadia.
Una vez que se extraen de la pulpa del diente, las células se cultivan y se congelan en tanques criogénicos a menos 200 grados centígrados, hasta que se necesiten.
Saadia añadió que estas células tienen menos riesgo de rechazo que las del cordón umbilical, por lo que pueden utilizarse en el mismo paciente, así como en sus familiares de primer grado (hijos, padres, hermanos) y en los de segundo grado (abuelos, tíos, primos).
El costo por guardar las células mesenquimiales es de 800 dólares, que incluyen la extracción, cultivo y guardado. Después hay una cuota anual de 100 dólares para mantenerlas en los tanques.