Todos saben del ritual que se lleva a cabo ante la necesidad de elegir un nuevo papa; el famoso cónclave que tiene como resultado el humo blanco que anuncia gozozo: habemus papam.
Pero, ¿qué pasa en la mente y en el ánimo de aquel que resulta electo?, ¿que proceso mental, qué estado anímico, qué clase de fortaleza debe tener un ser humano para cargar bajo sus hombros la altísima responsabilidad de ser el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica?
Habemus Papam plantea, en forma de tragicomedia, un escenario extremo: la posibilidad de que el hombre elegido para ser el líder máximo de la iglesia católica, no sólo no se sienta apto para el cargo, sino que además huya de la responsabilidad, dejando a la iglesia y al mundo entero en la incertidumbre.
Usando el recurso cómico del hombre importante que se hace pasar por ciudadano en común para mezclarse en la sociedad (recuerden a Eddie Murphy como poderoso principe que se pasea como si nada en la Nueva York de los ochenta de Comming to America, 1988), la cinta sigue al cardenal Melville (el legendario Michel Piccoli) quien recién elegido como papa, entra en pánico y se encierra en sus habitaciones, expresando a gritos su desesperación: “no puedo hacerlo”.
Ante la crisis y a pesar de la contradicción ideológica que ello implica, los cardenales llevan ante el papa remiso, un psicólogo, el mejor de italia (interpretado por el propio director Nanni Moretti), para que lo intente ayudar. Ello conlleva a otro problema: hasta no ser anunciada oficialmente la identidad del nuevo papa es imposible que ningún cardenal tenga contacto con el exterior, por lo que todos deben permanecer encerrados en Vaticano, incluído el psicólogo que no sólo no consigue ayudar al papa, sino que además este se ha escapado con rumbo desconocido.
Aunque las situaciones no resultan del todo creíbles, la trama sirve para reflexionar sobre el poder y quienes lo detentan, así como en quienes lo otorgan: Moretti juega con la imagen de los cardenales, que se comportan como niños (tal vez en extremo caricaturizados) ante la crisis y el encierro, al grado que el psicólogo (también harto) organiza un torneo de VolleyBall entre cardenales de diferentes países. El papa también se comporta como un pequeño niño asustado, que añora a su madre, a su hermana, así como al deseo reprimido de ser actor.
El humor de la cinta es irregular, son pocas las situaciones de carcajada (si no es que nulas), pero el sentimiento general de la película es de gozo por las cosas simples de la vida. Moretti desacraliza al poder dentro del Vaticano, para mostrar a clérigos, curas y cardenales como simples humanos, con fobias y filias.
No obstante, el director nunca es claro en el objetivo que busca alcanzar con su cinta, dándole un fin abrupto y anticlimático que sin embargo concuerda con la idiología militante y atea del propio Moretti: a veces ni el poder divino puede hacer que un hombre cambie, mucho menos cambiará -pareciera decirnos Moretti- la iglesia católica en su conjunto.
@elsalonrojo
Habemus Papam (Dir. Nanni Moretti, 2011)
3 de 5 estrellas.
Guión: Nanni Moretti, Francesco Piccolo y Federica Pontremoli. Producción: Nanni Moretti, Jean Labadie y Domenico Procacci. Fotografía: Alessandro Pesci. Con: Michel Piccoli, Jerzy Stuhr, Renato Scarpa, Nanni Moretti, entre otros.