Vaticano.- El papa Benedicto XVI inició hoy los ritos de la Semana Santa con la misa del Crisma en la que rechazó que la “desobediencia” y el pedido de permitir el sacerdocio de mujeres sean una vía para renovar la Iglesia.
Tras reconocer que actualmente la Iglesia se encuentra en una situación “a menudo dramática”, el Pontífice señaló que “recientemente un grupo de sacerdotes ha publicado en un país europeo (Austria) una llamada a la desobediencia”.
Ante cientos de personas reunidas en la basílica de San Pedro, dijo que ese grupo “aportó ejemplos concretos de cómo se puede expresar esta desobediencia, que debería ignorar incluso decisiones definitivas del Magisterio”.
Por ejemplo, dijo, “en la cuestión sobre la ordenación de las mujeres, sobre la que el beato Papa Juan Pablo II ha declarado de manera irrevocable que la Iglesia no ha recibido del Señor ninguna autoridad sobre esto”.
“Pero la desobediencia, ¿es un camino para renovar la Iglesia? Queremos creer a los autores de esta llamada cuando afirman que les mueve la solicitud por la Iglesia; su convencimiento de que se deba afrontar la lentitud de las instituciones con medios drásticos para abrir caminos nuevos, para volver a poner a la Iglesia a la altura de los tiempos”, dijo.
“Pero la desobediencia, ¿es verdaderamente un camino?, ¿Se puede ver en esto algo de la configuración con Cristo, que es el presupuesto de toda renovación, o no es más bien sólo un afán desesperado de hacer algo, de transformar la Iglesia según nuestros deseos y nuestras ideas?”, demandó.
Recordó que Cristo “ha corregido las tradiciones humanas que amenazaban con sofocar la palabra y la voluntad de Dios para despertar nuevamente la obediencia a la verdadera voluntad de Dios, a su palabra siempre válida”.
“A él le preocupaba precisamente la verdadera obediencia, frente al arbitrio del hombre. Y no lo olvidemos: Él era el Hijo, con la autoridad y la responsabilidad singular de desvelar la auténtica voluntad de Dios, para abrir de ese modo el camino de la Palabra de Dios al mundo de los gentiles”, apuntó.
Subrayó que Cristo concretizó su mandato “con la propia obediencia y humildad hasta la cruz, haciendo así creíble su misión. No mi voluntad, sino la tuya: ésta es la palabra que revela al Hijo, su humildad y a la vez su divinidad, y nos indica el camino”.
Benedicto XVI respondió a un movimiento disidente de sacerdotes austriacos, que suscribieron un documento a favor de la desobediencia y pidieron reformas radicales a la Iglesia.
El movimiento, guiado por monseñor Helmut Schueller, nació en Austria y se ha extendido a Alemania, Irlanda y Bélgica.
El Papa presidió en la basílica de San Juan de Letrán la concelebración de la misa con el tradicional rito del lavado de pies a 12 sacerdotes, durante la cual fue hecho un llamado a favor de “un acto de caridad” para los refugiados sirios.
Al término de la celebración tuvo lugar la procesión de acompañamiento del “Santísimo Sacramento” a la Capilla de la Reposición.
El vienes Benedicto XVI presidirá el tradicional Vía Crucis en el Coliseo de Roma.