Colombia vivió hace unos años el boom de las candidaturas independientes y los gobiernos ciudadanos. En momentos de una crisis política y social, la salvación colombiana fueron los gobiernos de personas no ligadas a partidos políticos.

 

En el caso de Bogotá primero fue Antanas Mockus, un matemático, filósofo y físico, rector de la Universidad Nacional y al mismo tiempo un personaje muy controversial. Coincidentemente en Medellín, el primer alcalde ciudadano fue también un matemático de nombre Sergio Fajardo. Ambas personas, junto con Enrique Peñalosa, sucesor de Mockus y predecesor de su segundo mandato, se convirtieron en factores de cambio en la crisis colombiana.

 

Las matemáticas están basadas en el entendimiento de los problemas. Desde los primeros cursos uno escucha problemas y los convierte a sumas, restas, multiplicaciones o divisiones y al final logra un resultado. Los matemáticos saben plantear problemas y resolverlos.

 

Sergio Fajardo, por ejemplo, habla en sus conferencias de dos factores clave: seguridad y cohesión social. Él se planteó atender estos dos problemas, antes que cualquier otro en su ciudad. Al tiempo que golpeara a los grupos violentos de las comunas más pobres, invertía en elementos de cohesión social. Para la población más rica es probable que Fajardo no haya sido el mejor alcalde, pero viendo que el problema más grave de Medellín era la violencia, con tasas similares a las de Torreón o Ciudad Juárez, sus resultados fueron sorprendentes.

 

Los periodos de Mockus – Peñalosa – Mockus implicaron para Bogotá una transformación similar. La autoridad era un adorno, la ciudad era violenta y era también el espejo de la descomposición social que vivía Colombia por la narcoguerrilla. Mockus entendió bien que el problema era la falta de respeto a la autoridad. El parteaguas curiosamente lo planteó él siendo rector de la Universidad Nacional, asediado por grupúsculos en una asamblea universitaria, descubrió su trasero y se burló de quienes se burlaban de la autoridad.

 

Enrique Peñalosa viene a redondear los ciclos de Mockus, con soluciones orientadas al ciudadano. Ciclovías al lado de calles enlodadas para el automóvil: cuando acabemos de construir ciclovías y andadores peatonales pavimentaremos estas calles; nunca al revés, como se acostumbra en el resto del tercer mundo.

 

Una de las grandes ventajas de estos gobiernos ciudadanos es que no tuvieron que cumplir cuotas de partido, compromisos políticos en la lucha por las candidaturas. Todavía no son en México las elecciones del 1 de julio y los candidatos ya cargan en sus espaldas compromisos indebidos por haber ganado las candidaturas de sus partidos.

 

¿Podremos llegar a vivir un proceso similar? Sin candidaturas independientes me resulta algo difícil. Cuando en medio de la mayor violencia vivida en Ciudad Juárez, hace un par de años, se inició el proceso electoral municipal me parecía que la lucha entre partidos era el peor escenario para combatir la violencia. Lo correcto era que los partidos se sentaran a buscar los mejores hombres para gobernar Juárez y presentaran una planilla común, sin más interés que resolver su principal problema. Mi idea era un imposible.

 

La aprobación de las candidaturas independientes no es garantía de nada, pero abren la puerta a que los candidatos den frescura a la política nacional, al omitir las luchas electorales primarias en las que comienza la compra de votos y el desvío de recursos públicos.

 

La otra alternativa es, supongo, organizar un “reality” y convocar a personas sin partido para identificar las cualidades que los pudieran convertir en el Mockus, Fajardo o Peñalosa mexicano. Es broma. Y no sé si lo lamento. Lamentarlo implica creer en los procesos institucionales actuales, que ya no funcionan. No lamentarlo es creer que la frivolidad puede dar mejores resultados. Por eso es que no sé si lo lamento.

 

@GoberRemes