Las emociones francesas viajan con rapidez durante la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Todos saben que Sarkozy y Hollande se encontrarán en la segunda vuelta pero aun así muchos esperan el milagro revestido de sorpresa. Así ocurrió hace 10 años cuando Jean-Marie Le Pen sacó de la contienda a Lionel Jospin, el candidato del Partido Socialista. Aterrorizados, nueve de cada diez franceses recularon en la segunda vuelta para dar un triunfo arrollador a Jacques Chirac.

 

La emoción proviene de la variedad. El próximo 22 de abril los franceses se encontrarán a candidatos variopintos, cuyas ideas viajan del trotskismo al ecologismo pasando por la xenofobia y la eurofobia. En el mosaico electoral aparece un candidato que no quiere ganar y otro que desea reelegirse; una que nació en Noruega y otra que promete el retorno del franco y la desaparición del euro.

 

En la variedad está el gusto. A diferencia de Estados Unidos o México, donde se sabe que la competencia es entre dos o tres candidatos, la primera vuelta francesa es un carrusel que incentiva al zapping lúdico. La pregunta no es la ortodoxa ¿por quién votarás? sino ¿por quién te aventurarás al votar?

 

Philippe Poutou es el candidato del Nuevo Partido Anticapitalista. Es atípico porque no quiere ser presidente. Si es candidato, asegura, lo acepta porque el partido lo propuso. Estudió mecánica automotriz aunque no concluyó la carrera. Militó en movimientos anarquistas y trotskistas.

 

Durante muchos años no logró cierta estabilidad laboral hasta que la empresa Ford lo contrató como reparador de máquinas. Su protagónico lo obtuvo al evitar el cierre de la fábrica después de que Ford amenazara con despedir a dos mil empleados. Entre sus propuestas sobre salen la anulación de la deuda pública, salario mínimo de 1,700 euros al mes (30,600 pesos) y creación de un impuesto dirigido a las grandes empresas.

 

El Frente de Izquierda tiene como candidato a Jean-Luc Mélenchon. Un brillante orador de 61 años de edad y una de las sorpresas de la temporada. Muchos lo reconocen como “El pequeño Chávez”. En algunas regiones del mundo la frase podría resultar un insulto.

 

 

En algunos nichos nostálgicos (franceses) resulta un atributo. Al filósofo mainstream, Michel Onfray, lo entusiasmaba hasta que le escuchó la siguiente declaración:“Cuba no es una dictadura”. La empatía que ha generado durante su campaña, es posible que provenga del odio que profesa hacia Estados Unidos. Un toque dulce para el mundillo intelectual incubado en atmósferas del siglo XX. En marzo pasado, la figura de Mélenchon logró llevar a más de 80 mil seguidores para que tomaran la Bastilla. Acto que Mélenchon calificó como “insurrección civil”.

 

Mélenchon se coloca en las antípodas del espectro ideológico donde siempre aparecen las paradojas. A su antagonista, la ultraderechista Marie Le Pen, la tiene a unos centímetros de distancia en materia europea. Para ambos, las instituciones de Bruselas (sede de la Comisión Europea) forman parte del problema económico y no de la solución de la crisis.

 

Sobre Marie Le Pen se ha escrito mucho. Al aplicar el bello eufemismo “solidaridad étnica”, Le Pen lo que realmente está diciendo es que le pondrá un alto a los inmigrantes; con el todavía más republicano eufemismo de “laicismo maximalista” se esconde el tufillo xenofóbico, en particular, la islamofobia. (De un oxigenante concepto como lo es el laicismo se puede manosear su esencia de una fácil manera como lo hace Marine Le Pen.)

 

Eva Joly fue Miss Noruega. A los 20 años viajó a París, ciudad a la que decidió vivir. Es la candidata Verde y por si existiera alguna duda visual, porta unos pequeños lentes color verde primavera. Joly es partidaria de la famosa tasa Tobin, impuesto dirigido a las transacciones bursátiles.

 

No está dispuesta a realizar un referéndum sobre materia nuclear. Ella está en contra de las plantas nucleares. Quiere cerrarlas de manera inmediata. Sobre los aviones, Joly desea que la Comisión Europea les aplique a las aerolíneas un impuesto por los gases que dejan en los aires.

 

Eva Joly, como magistrada, investigó casos de corrupción financiera del grupo petrolero ELF. A varios de sus directivos los llevó a la cárcel.

 

François Bayrou es profesor de letras clásicas y se ubica en el centro del espectro ideológico. Lugar moderado desde donde se atrapan votos de ambos extremos. “Coincide más con el humanismo de Hollande” pero “programáticamente con Sarkozy”, afirman sus amigos. Coincidencias alegres, por si acaso lo llegara a invitar el ganador.

 

Es la tercera elección a la que se presenta. En la pasada logró ubicarse en el tercer puesto. Entre 1993 y 1995 trabajó a lado de Nicolas Sarkozy. Tiempo después se distanciaron. En 2007 creó su propio partido, MoDem, un partido de inspiración cristianodemócrata. Como buen centrista, Bayrou no puede ser el candidato de los noes.

 

Nicolas Dupont-Aignan es el candidato del partido Arriba la República. Gaullista y soberanista. Emula rasgos de Le Pen en el tema de la soberanía, es decir, está en contra del euro y de todo aquello que huela a instituciones europeas. Quiere que Francia salga de Afganistán y de la OTAN. Permaneció a las filas del partido de Sarkozy pero no estuvo de acuerdo con su política comunitaria.

 

Sobre François Hollande y Nicolas Sarkozy habrá mucho tiempo para abordarlos, pues sin no se presenta alguna sorpresa, disputarán la segunda vuelta. Son los candidatos que no emocionarán.

 

@faustopretelin