Hacía más de 13 años que los habitantes de las comunidades aledañas al Popo no experimentaban un miedo tal que les impidiera dormir. Desde el viernes pasado, observaron que la actividad no era normal, pero fue hasta el martes 17 cuando las autoridades lo confirmaron, debían prepararse para abandonar sus hogares en cuanto se les indicara.

 

Durante toda la semana la creciente actividad del volcán Popocatépetl tuvo en alerta al gobierno del estado de Puebla y al Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) debido a las emisiones de ceniza, material incandescente y plumas de vapor.

 

Esa madrugada del martes 17 de abril, el Cenapred dispuso cambiar el semáforo de alerta a amarillo fase tres, por lo que incluso las escuelas de las comunidades cercanas suspendieron las clases para evitar problemas de salud por la ceniza que volaba.

 

Ese mismo día el gobernador de la entidad, Rafael Moreno Valle informó que las 10 rutas de evacuación estaban listas para ser utilizadas, pero no había por qué alarmarse.

 

“No hay riesgo, dejemos en claro que las acciones son de prevención, obviamente existe miedo de la población, ya que recordemos que desde 1999 no había cambiado la fase del volcán, estaremos pendientes y realizaremos las acciones correspondientes”, dijo el mandatario a los habitantes de San Pedro Benito Juárez, San Nicolás de los Ranchos, Santiago Xalitzintla y Calpan, las más próximas al volcán.

 

El gobierno estableció 156 refugios en Cholula, Izúcar de Morelos y Puebla, para albergar a 54 mil posibles desplazados por la reactividad del volcán, al mismo tiempo que la Dirección de Protección Civil se mantuvo en coordinación con la XXV Zona Militar, además de Protección Civil yla Secretaríade Comunicaciones y Transportes.

 

Los pobladores comenzaron a empacar algunas de sus pertenencias por si debían abandonar sus casas. Y es que los movimientos en el cráter y los sismos registrados en la zona llevaron a pensar que podría haber una explosión, ya que la lava acumulada producía gas suficiente para generar un estallido de magnitud considerable, reportó nen su momento Aurelio Fernández, director del Centro Universitario de Prevención de Desastres Regionales (Cupreder) dela Benemérita UniversidadAutónoma de Puebla.

 

Esto provocaría daños en un radio de nueve kilómetros a la redonda, donde se ubican los cuatro poblados mencionados, además de problemas respiratorios e irritación en boca y garganta, y problemas gastrointestinales en el ganado.

 

A pesar de la alerta, el jueves las escuelas reanudaron actividades, con precauciones como el cubrebocas y sin realizar actividades al aire libre.

 

Ya por la tarde, el Cenapred reportaba que la actividad volcánica había disminuido, pero el Popo continuaba arrojando material incandescente e incluso se registró un sismo de tres grados Richter, así como lluvias de ceniza, por lo que alerta amarilla se mantuvo en fase tres.

 

El miércoles, el Popo mantuvo una actividad moderada durante las primeras horas, que se incrementó ligeramente conforme transcurrió la jornada, por lo que el semáforo se mantuvo sin cambios.

 

Para el jueves, las autoridades tomaron la decisión de reanudar las clases en las escuelas. Ello, a pesar de que desde las primeras horas del día el volcán registró una constante actividad que incluyó dos exhalaciones de mediana magnitud, la primera a las 10:32 y otra a las 12:08 horas, según informó el Cenapred.

 

El organismo adscrito a la Secretaría de Gobernación detalló que durante toda la mañana se registraron segmentos de tremor espasmódico, que continuaron hasta después del mediodía. Se observaron emanaciones continuas de vapor de agua y gases, saliendo por pulsos, que alcanzaron 800 metros de altura. Abajo, en las comunidades cercanas al volcán los habitantes intentaban  continuar con sus actividades en medio de una “relativa” calma.