Mil niños muertos y 10 mil huérfanos en los últimos cuatro años son el saldo de la violencia entre grupos del crimen organizado y del combate gubernamental a estos grupos, informó ayer Roberto García Salgado, investigador de la Escuela Nacional de Trabajo Social.
Al intervenir en el Foro Internacional sobre Políticas de Regulación del Consumo de Drogas, organizado por la UNAM, agregó asimismo, que 23 mil jóvenes han sido reclutados por el narcotráfico.
García Salgado destacó que debe erradicarse la estigmatización de los jóvenes como si fuesen los únicos involucrados en la escalada de violencia, lo cual ejemplificó con el discurso en la prensa sobre los “chiquisicarios”, sicarios juveniles y “halconcitos”.
Dijo que cuando inician a trabajar para los grupos delincuenciales reciben entre 5 mil y 10 mil pesos mensuales, y para “engancharlos” los inician con el consumo de mariguana, para después permitirles “escoger su segunda droga”.
Del total de delitos que se cometen en el país, explicó el especialista, 9.3% se atribuyen a adolescentes de entre 12 y 15 años de edad.
Sobre esta estigmatización juvenil habló también la coordinadora de Investigación y Posgrado del Instituto de Investigaciones Culturales de la Universidad de Baja California, Lilian Paola Ovalle, quien dio el dato de que en Mexicali, han muerto más adictos a heroína por sobredosis que por hechos de violencia.
Advirtió que el cierre de los llamados “picaderos” en Baja California y Sonora por parte de las autoridades locales, constituye un riesgo, porque se deja de tener un sitio donde tener atención sobre ellos.
Argumentó que los centros de rehabilitación para adictos se han convertido en un negocio, porque en esa entidad se les otorgan 2 mil pesos mensuales por cada adicto, y entonces quienes se hacen cargo de los mismos dicen que no se han rehabilitado en seis meses, ni en dos años, sin que exista ninguna instancia que vigile esta situación.
“Tampoco hay gente de Derechos Humanos que vaya a checar qué trato se les da en esos lugares”, aseguró.
Por su parte, Marisa Feffermann, investigadora del Instituto de Psicología de la Universidad de Sao Paulo, Brasil, consideró que se ha sobrevisibilizado a los jóvenes en el asunto de la violencia ligada con el narcotráfico, y se deja de lado la figura de quienes son parte de las redes de los grupos criminales.
Señaló que cuando se vuelven parte de esas redes, quienes están a cargo de las mismas los “enganchan” con esquemas de confianza y de paternalismo, a diferencia de lo que hace la escuela con ellos.
Dijo que al volverse parte de esa “actividad laboral”, se enrolan pero va en riesgo su vida y “a los 18 años ya se sienten viejos”.
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