Además de la responsabilidad y de la posibilidad de hacer ciudad de los museos, estos constituyen en sí mismos una oportunidad espacial-especial de diseño arquitectónico por otros motivos. Josep María Montaner, en su texto de Arquine 57, define qué es lo que hace al museo contemporáneo diferente de los clásicos: su forma, su relación con el público, su relación con la ciudad (que ya analizamos), y cierta condición de anti-museo. Montaner afirma con muy cierta lógica que la forma de los museos ha cambiado debido a la evolución del programa arquitectónico; hoy son otras necesidades. Así mismo la relación del museo con el público, para mí la más importante de todas, se identifica con la exceptiva de un visitante cada vez más activo y sediento de aprendizaje y de experiencias didácticas distintas. El museo se ha convertido en un lugar de alto impacto social, no solo una extensión de la escuela, derivando en algunos casos en el citado anti-museo, que alude a un carácter versátil e inusual de algunos centros de arte, por la libertad que presuponen en sus recorridos y exposiciones. El Guggenheim de Nueva York (Frank Lloyd Wright) sería un precursor de esta tipología sin duda.

 

En cuanto a la forma que se deriva del uso, reflexiono en dos ejemplos, uno proyecto y el otro construido:

 

En el concurso convocado en 2002 por el gobierno de Egipto para proyectar el Gran Museo Egipcio (ganado por Heneghan-Peng), las bases (unas de las mejores que haya visto) pedían una ingente serie de espacios complejos y diversos –para albergar y mostrar toda su cultura- que era imposible solucionar “en planta”. En este tipo de museos, empatar los recorridos de una forma temática y/o cronológica a la vez, ya implica un serio problema espacial-especial: el “diagrama” o el “esquema” del museo definirá su forma, partiendo del cuidadoso análisis de cómo te moverás en el edificio. La forma por sí sola sería un despropósito. Además de nuestro Museo Nacional de Antropología e Historia (Pedro Ramírez Vázquez), otro ejemplo que considero magistral, también de antropología, es el de Xalapa MAX (de Edward Durell Stone), que permite recorrer las salas secuencialmente con una oferta de recesos que te permiten absorber lo visto, y alternativas de regresar siempre al vestíbulo a través de un espléndido jardín; sutil y ejemplar.

En los museos de arte contemporáneo, los guiones museográficos se dan con el tipo de colección y las exposiciones particulares. Desde una perspectiva arquitectónica, son mucho más libres y flexibles; atienden a recorridos y al control de la iluminación mayormente, y por consiguiente su forma puede tender a lo fortuito. No es necesario resolver ningún guión museográfico con tanto rigor como en los de historia, los de antropología o los interactivos, que en nuestro País han destacado particularmente: no solo observar, sino interactuar para aprender. Si la forma obedece al programa, cabe reflexionar también en el mensaje o en el guión museográfico: hay museos cuya misión es dar un mensaje, como los del Holocausto (en varias ciudades), el Memoria y Tolerancia (Arditti +RDT), el Newseum en Washington (James Polshek) y a veces el mensaje puede repercutir en la forma (Museo Judío en Berlín de Daniel Libeskind) inclusive.

 

El museo debe asirse de su relación con el público. El Louvre de París (intervenido por I.M. Pei), uno de los más grandes e importantes del mundo, introdujo el concepto de “receso”, como valor de imperiosa necesidad. Te lo pensabas dos veces antes de entrar…quizás no tenía una buena relación con el público. Esto es sumamente importante; mientras los arquitectos debatimos si el museo es un contenedor – edificio- o un continente –de arte o de objetos-, perdemos de vista al visitante. Lo damos por hecho más bien. Un buen juicio de valor es saber que la gente debe regresar, y esto ocurre si el museo establece buena relación con sus usuarios. Flexibilidad para su reinvención, recesos y vistas como recompensas después del recorrido, entre otros, son valores que con perspectiva de usuario son tan importantes como la forma. Mencionar ejemplos en este sentido es garantía de caer en graves omisiones pero ante la imposibilidad de citar tantos museos que para un servidor son memorables, mejor los invito a revisar a cuales regresamos inevitablemente.

 

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