EL CAIRO. La violencia irrumpió en la campaña de los comicios presidenciales egipcios con el estallido de disturbios entre manifestantes y “baltaguiya” (agitadores), provocando, por lo menos, veinte muertos en El Cairo haciendo tambalear el proceso transitorio.

 

Pese a que el despliegue de la policía y el ejército impuso una calma relativa, los estragos de la batalla campal eran visibles en las inmediaciones del Ministerio de Defensa, situado en el barrio cairota de Abasiya.

 

Varios manifestantes denunciaron que sobre la 13.30 hora local, grupos de “baltaguiyas” atacaron con armas de fuego, piedras y cócteles molotov la acampada que mantenían salafistas (musulmanes ultraconservadores) y revolucionarios frente a la sede ministerial.

 

Entre adoquines levantados y cristales, centenares de jóvenes pululaban exaltados con palos y barrotes para defenderse de un posible nuevo ataque, mientras que algunos salafistas rezaban guiados por el diputado islamista Mamduh Ismail.

 

Estos últimos fueron los que instigaron la acampada el pasado viernes en protesta contra la decisión de la Comisión Electoral de rechazar la candidatura a la Presidencia del jeque salafista Abu Ismail, aunque ahora la mayoría de los manifestantes son detractores de la Junta Militar, máxima autoridad de Egipto.

 

En un improvisado hospital de campaña levantado con mantas y lonas, el médico y portavoz Tarek Said dijo que la cifra total de muertos en los choques asciende a veinte, como también confirmaron fuentes de seguridad.

 

Said explicó que su equipo recibió a once fallecidos, todos ellos con heridas de bala en la cabeza, y atendió a 150 heridos, quince de los cuales habían perdido un ojo por disparos de perdigones, mientras que a un hospital cercano llegaron dos cadáveres degollados.

 

Por su parte, uno de los manifestantes, Sameh al Masry, de 26 años, dijo que había militares infiltrados ente los agitadores, a los que consiguieron arrebatar el carné castrense.

 

“Son soldados por la forma en la que mataron, que ha sido muy precisa”, apuntó Al Masry con la camiseta manchada de sangre, antes de subrayar que su reivindicación es la entrega del poder a una autoridad civil.

 

Entre las decenas de tiendas erigidas se encontraba el manifestante Mohamed al Fuli, con la cabeza vendada por las heridas, quien aseguró a Efe que no confía en la Junta Militar para gestionar las elecciones presidenciales.

 

La violencia ha tenido repercusiones inmediatas en la escena política, con la decisión de tres candidatos a la Presidencia de suspender su campaña electoral: los islamistas Abdelmoneim Abul Futuh y Mohamed Mursi y el independiente Jaled Ali, quien acudió al lugar de los choques.

 

Los Hermanos Musulmanes insistieron en un comunicado en la necesidad de que no se aplacen ni los comicios ni el traspaso de poder, al tiempo que reiteraron que el Gobierno debe dimitir para que uno nuevo imparcial supervise las elecciones.