Dos coches-bomba que volaron el jueves en mil pedazos en la capital siria mataron a 55 personas y arrasaron la fachada de un edificio de inteligencia militar, informó el ministerio del interior. Fue la explosión más mortífera desde que comenzó el levantamiento hace 14 meses.

 

 

Los residentes dijeron a un reportero que las explosiones ocurrieron en breve sucesión durante la hora de mayor afluencia de público. Una explosión más pequeña fue seguida por otra más poderosa, aparentemente destinada a hacer impacto en las cuadrillas de rescate y los curiosos. Paramédicos con guantes de goma recogían restos humanos del pavimento en medio de la destrucción.

 

 

Nadie se responsabilizó por el ataque. Pero un grupo inspirado por al-Qaida se ha atribuido varias explosiones en el pasado, lo que provoca temores de que grupos terroristas estén aprovechando el caos.

 

 

Además de los 55 muertos, el ministerio dijo que había 15 bolsas con restos humanos, lo que significa que es muy probable que la cifra de víctimas sea mayor.

 

 

Más de 370 personas resultaron heridas en el ataque, según el ministerio, a cargo de la seguridad interna. Agregó que estallaron más de mil kilos de explosivos.

 

 

El centro de Damasco está bajo el control estricto de las fuerzas leales al presidente Bashar Assad pero se ha visto conmovido por varios ataques con bombas, a menudo contra instalaciones o convoyes, desde que comenzó la revuelta contra el régimen en marzo del 2011.

 

 

Pero los ataques anteriores ocurrieron en fines de semana en que muchos no trabajan. La explosión del jueves fue similar a los ataques que lanza al-Qaida en Irak, lo que da fuerza a las suposiciones de funcionarios de inteligencia estadounidenses de que la red terrorista del país vecino fue responsable de explosiones anteriores en Siria.

 

 

Un grupo que se autotitula Frente Al-Nusra se atribuyó algunos de los ataques anteriores, en cibersitios de los milicianos. Poco se sabe sobre el grupo, aunque fuentes de inteligencia occidentales creen que podría ser una frontal de la rama de al-Qaida en Irak.

 

 

El líder de al-Qaida, Ayman al-Zawahri, reclamó en febrero la salida de Assad.

 

 

Por su parte Michael Mann, vocero de la directora de política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, dijo: “Condenamos enérgicamente los ataques de esta mañana en Damasco, que parecen haberse propuesto causar el mayor número de bajas y de daños, y que consideramos un acto de puro terrorismo, por lo que vemos inicialmente”.

 

 

El gobierno sirio atribuye las explosiones a los terroristas que dice están detrás del levantamiento, que ha constituido el desafío más potente a la dinastía Assad en Siria en cuatro décadas. Pero líderes de la oposición y activistas culpan al régimen de orquestar los ataques por considerar que contribuyen a desprestigiar la oposición y a mantener el apoyo de quienes temen una mayor inestabilidad.

 

 

La más reciente explosión ocurrió el 27 de abril cuando un atacante suicida detonó los explosivos que llevaba adheridos al cuerpo en Damasco, cerca de un grupo de las fuerzas de seguridad, causando la muerte a nueve de ellos, y dejando 26 heridos.

 

 

El conflicto en Siria comenzó en marzo del 2011 con multitudinarias protestas callejeras que pedían reformas políticas. El gobierno aplicó medida represivas, enviando tanques, tropas y francotiradores a fin de terminar con las protestas de oposición. Muchos soldados han desertado de las filas del gobierno y actualmente combaten del lado de los grupos prodemocráticos.

 

 

Desde entonces han muerto unas 9 mil personas, según información de Naciones Unidas.