BRUSELAS. Los efectos políticos de la austeridad, en forma de derrota de la mayoría de gobiernos europeos anteriores a la crisis y del giro de Bruselas hacia medidas centradas en la inversión y el empleo, marcaron ayer el Día de Europa, que sus líderes celebraron repitiendo el nuevo mantra del “crecimiento”.

 

La apuesta de Bruselas por conjugar disciplina fiscal con políticas de inversión como plan B a la idea inicial de vencer a la crisis con la receta unísona de la austeridad ha cambiado el color de gobierno en países como Francia y ha despertado a los extremismos de izquierda y derecha en medio continente.

 

El 23 de mayo, los líderes de la UE celebrarán una cumbre extraordinaria en el que se estrenará el tándem “Merkollande”, que formarán los dos nuevos líderes de la UE: el próximo presidente de Francia, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel.

 

“La austeridad no puede convertirse en una condena fatalista”, dijo el socialista Hollande tras vencer este domingo en unos comicios presidenciales nacionales que, leídos en clave europea, representaban un voto de castigo a las políticas económicas capitaneadas por “Merkozy” (Merkel y el presidente saliente de Francia, Nicolas Sarkozy).

 

Unas palabras que podrían haberse incluido en el discurso de ayer en el “Europaforum” del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, quien ha afirmado que “Europa no es una amenaza para el empleo, sino una fuente de empleo”.

 

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, ha adelantado el contenido de la cumbre extraordinaria abogando por formalizar la apuesta por el crecimiento en un “pacto político”, un nuevo “Plan Marshall” para Europa en el que, eso sí, se insista en que no se puede renunciar a las reformas estructurales.

 

Por otro lado, el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, ha llamado a la unión y la solidaridad de la UE, recordando el espíritu de la Declaración de Robert Schuman, pronunciada un 9 de mayo de 1950.

 

El auge de los extremismos se ha hecho sentir también en Holanda, donde recientemente dimitió el ejecutivo liderado por el conservador Mark Rutte, después de que los antiislámicos de Geert Wilders (PVV) retiraran el apoyo por su oposición a los recortes necesarios para que el país cumpla con los objetivos de déficit marcados por Bruselas.

 

 

“Si queremos sobrevivir en Europa tenemos que aprender a actuar de la mano. Los intereses de los europeos ya no se pueden desligar los unos de los otros”, ha destacado Schulz, quien ha criticado el auge de los extremismos y el euroescepticismo en Europa.

 

Pese a ser el Día de Europa, en el pleno de la Eurocámara en Bruselas en el que se debatía el futuro del continente había apenas poco más de un tercio de los 754 diputados.

 

Todos los partidos menos los conservadores y los euroescépticos han aprobado que la UE persiga el horizonte del crecimiento, si bien no han faltado las advertencias a los líderes de la Unión sobre los riesgos que puede seguir entrañando la desafección de los ciudadanos a consecuencia de la crisis.