Música y política. Activismo y música. En los últimos dos fines de semana tocaron en la ciudad de México Roger Waters, ex integrante de Pink Floyd -la banda de rock progresivo más famosa de todos los tiempos- y Patti Smith -considerada por muchos como la Primera Dama del Punk-, pero más allá del set list y el repertorio, causó una buena sensación el discurso que traían y que no es común entre las grandes estrellas del rock mundial; mensajes en contra de la Guerra contra el Narcotráfico, contra los feminicidios en Ciudad Juárez y contra la muerte de periodistas tuvieron un gran recibimiento entre los asistentes. Aplausos para los mensajeros de esas palabras de esperanza en un momento en que el país se encuentra sumergido en un pantano de sangre y miedo.

 

«Sabemos que periodistas fueron asesinados en Veracruz. Queremos que sepan que repudiamos los hechos y que hoy más que nunca necesitamos a los buenos periodistas con nosotros. Necesitamos a los periodistas, ellos nos llevan a la verdad», dijo la apoteósica cantante de melena rojiza la noche del sábado 5 de mayo.  Patti Smith se veía emocionada y cada una de sus frases sonaba como un poema que abrazaba a los más de 3 mil asistentes al Museo Anahuacalli en una noche de leve lluvia. Allí, frente al museo por el que Diego Rivera se endeudó y vendió sus colecciones de piezas prehispánicas y que nunca pudo ver terminado, su perfil aguileño parecido al de un cuervo gótico, como le dijera una ocasión Salvador Dalí, pidió entre cadenciosos movimientos no renunciar jamás a la libertad. Desde esa mole de piedra volcánica que simula una pirámide de los ancestros de estas tierras comentó, o quizá sería más conveniente decir, declamó: “Son muy privilegiados de tener este lugar. Aprécienlo, visítenlo, siéntanse orgullosos de él porque es hermoso” y enseguida la Madrina del Punk dedicó a Frida y Diego la canción Ghost Dance. Todos bailaban mientras el humo de la mariguana se esparcía como un brazo amoroso.

 

Exactamente ochos días antes, casi a la misma hora, Waters presentaba en el Foro Sol su espectáculo The Wall -que ha llevado por todo el mundo durante 30 años.  En el inmenso muro se proyectaron las frases “Estamos hasta la madre”, “Ni uno más”, “No más sangre”, “2 de Octubre no se olvida”. Mientras se escuchaba “Another Brick In The Wall”, el cantante de 68 años dijo: “Voy a dedicar este concierto a todos los niños que no están con nosotros, a los que siguen perdidos y a todos los que han desaparecido con esta llamada guerra del narco y a todas las mujeres y niñas de Juárez”. Luego, uno a uno, fueron cayendo, uno a uno, los ladrillos que han significado la opresión, la injusticia y la violencia.

 

Con su gabardina negra comenzó a disparar hacia todas partes armado con un MP40, el famoso fusil alemán de los nazis, mientras surcaba el cielo un gigante cerdo negro con los símbolos de la estrella de David y de Mercedes Benz. Yo me quedó con la parte en la que el jabalí es devorado por los asistentes a la ceremonia mientras de fondo se escucha “Comfortably Numb”.

 

Está aquí ahora Paul McCartney, pero él (por supuesto) no es no John y por eso sólo le expresó a su enardecido público: “Los chilangos son maravillosos”. Bonitas canciones de una época antigua del rock, cero discursos que incomoden a las autoridades del país. Nimodo. Es Paul, no Lennon.

 

@urbanitas