ATENAS. Los peores presagios en Grecia se cumplieron ayer al fracasar los partidos en el intento de formación de un nuevo gobierno de unidad nacional y tener que dar paso a las segunda elecciones legislativas en un país sumido en el marasmo económico.

 

 

Inútiles fueron los llamados a la razón que hizo el presidente de la República, Karolos Papulias, a que las principales formaciones, los socialdemócratas del Pasok, los conservadores de Nueva Democracia y la Izquierda Radical (Syriza), acordaran establecer un ejecutivo que resuelva la urgente tarea de evitar la bancarrota.

 

Syriza, encabezada por el ambicioso y capaz líder Alexis Tsipras, prefirió la celebración de nuevos comicios, tras los ya celebrados el 6 de mayo, que arrojaron una fragmentación sin precedentes del arco parlamentario en la Grecia moderna, colocando a ese partido como el segundo más votado.

 

El mensaje de rechazo al plan de rescate internacional del país que propugnaba Tsipras en la campaña electoral pasada fue muy bien recibido por el electorado, mientras el Pasok y Nueva Democracia, que se han alternado en el poder durante casi cuatro décadas, acusaron un desmoronamiento sin precedentes en las urnas.

 

Ahora Syriza espera cosechar los frutos electorales de su política hostil al plan europeo de rescate, condicionado a estrictas medidas de austeridad que han deteriorado a todas vistas las condiciones de vida de muchos de los 10.7 millones de griegos hasta límites insospechados hace dos años, cuando empezó la crisis helena.

 

Syriza quiere que Grecia siga en la eurozona, pero que se renegocien las condiciones del rescate impuesto por la Comisión Europea y el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.

 

Según el protocolo de las negociaciones entre el presidente Papulias y los partidos, divulgado en Atenas, Tsipras quiere revisar y cambiar radicalmente la estrategia de austeridad dictada a Atenas por la Unión Europea, que equivale, según su criterio, a una devaluación interna en Grecia.

 

Esta postura contrasta con la de Evangelos Venizelos, del Pasok, que se ha comprometido con el dirigente de Nueva Democracia, Andonis Samarás, a aceptar las condiciones de Bruselas para recibir un segundo paquete de rescate de 130 mil millones de euros.

 

Sin embargo, Samarás se desdijo de los compromisos contraídos con Bruselas, cumpliendo la línea zigzagueante que le ha caracterizado en la oposición.

 

Las trifulcas internas entre las fuerzas políticas fueron de tal magnitud que fue imposible formar una coalición del Pasok, Nueva Democracia y la Izquierda Democrática, que juntos hubiesen tenido una cómoda mayoría de 168 de los 300 escaños del Parlamento heleno.

 

Pero han primado los intereses partidistas por encima de los del Estado, que está acuciado por una deuda soberana impagable y se enfrenta a pagos inaplazables en junio, como el de las pensiones y sueldos de funcionarios, todo ello con unas arcas vacías.

 

En las próximas elecciones, previsiblemente a mediados de junio, el líder de Nueva Democracia, Samarás, cree que habrá un combate entre los elementos de izquierdas frente al polo proeuropeo, como son su partido y el Pasok.