El último presidente que tuvo el valor político de enfrentar a los caciques sindicales, aún con métodos poco ortodoxos pero con decisión política, fue Carlos Salinas de Gortari. Curiosamente desde que aquel polémico ex presidente ordenó renovar las dirigencias de los poderosos sindicatos de Pemex y de la Educación, los dos personajes que tomaron el poder sindical de la mano del salinato en el SNTE y el STPRM siguen en esos cargos 23 años después y gozan de total impunidad.
Es cierto que muy pocas cosas cambiaron en esos dos sindicatos tras la intervención maquiavélica de Salinas y que aquello fue más bien venganza política y cobro de facturas en el caso de La Quina, pero en el hecho, en la decisión política radica buena parte del problema que ahora se enfrenta con esos y otros sindicatos, convertidos en un problema para el país, ya sea por el enorme costo financiero que representan para el erario, por el pago de cuotas oficiales, como por la entrega de dinero extraoficial a sus líderes y los enormes negocios e intereses que se mueven en sus cúpulas dirigentes.
Y aunque estos son otros tiempos, y los métodos políticos han cambiado, la reflexión viene porque ayer, en el día del maestro, el presidente Felipe Calderón aprovechó la fecha para pronunciarse, tras varias semanas de silencio, sobre la evaluación universal al magisterio que aplicará la SEP y a la que se oponen Elba Esther Gordillo, el SNTE y su disidencia. “Yo estoy seguro que el magisterio nacional honrara sus compromisos en materia de evaluación; que su dirigencia sabrá sostener su palabra”, dijo el presidente sobre el Acuerdo de Calidad Educativa firmado hace cuatro años con Elba Esther Gordillo en Los Pinos y que en los hechos ha sido letra muerta.
Así, en tono casi de favor y mientras miles de maestros tomaban las calles de la ciudad, el presidente le pedía a su antigua aliada política que “honre su palabra”. El llamado parece, primero tibio y luego tardío. Porque ya al final del sexenio, después de que él la encumbró con más posiciones de poder –la dirección del ISSSTE y la Lotería Nacional, además de mantener el pago de prebendas de la SEP a la dirigencia magisterial—Calderón manda una señal de que parece dispuesto a realizar la evaluación a los maestros, aún contra Elba Esther Gordillo y su cúpula sindical que se opone.
Para una mujer de poder, que sabe utilizar el poder y que ha sobrevivido ya cinco sexenios y no la han tocado igual número de presidentes –con un enorme crecimiento bajo el cobijo de los gobiernos del PAN– ¿será suficiente un llamado? ¿es eso lo que se necesita para someter el poder fáctico de la camarilla que controla el sindicato magisterial, igual que el de los petroleros o el de otros varios sindicatos? ¿basta un llamado público o se necesita otra cosita?
NOTAS INDISCRETAS… A Roberto Gil le ocurre lo que aquel personaje de uno de los primeros cuentos de Gabriel García Márquez, “La Tercera Resignación”. Dice de aquel hombre que “Había sentido ese ruido ‘las otras veces’, con la misma insistencia. Lo había sentido, por ejemplo, el día en que murió por primera vez. Cuando –ante la vista de un cadáver– se dio cuenta de que era su propio cadáver. Lo miró y se palpó. Se sintió intangible, inespacial, inexistente. Él era verdaderamente un cadáver y estaba sintiendo ya, sobre su cuerpo joven y enfermizo, el tránsito de la muerte”. A Gil Zuarth no le han avisado que políticamente, en la campaña de Josefina Vázquez Mota está muerto. Sigue ahí y seguirá ahí, nadie dijo que se fue, pero lo mantienen por amistad y las funciones sustanciales de la campaña se las trasladan a otros, entre ellos Mario Laborín. Eso no es un rumor, es algo que confirman desde dentro del equipo de la propia Vázquez Mota. Tal vez él no se ha enterado o no se lo han dicho porque su desplazamiento se ha querido mantener de bajo perfil, pero en los hechos, Josefina ya tiene otros operadores… Escalera doble. Los dados se recuperan.
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