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Juan Villoro (DF, 1956) es uno de los cronistas de la ciudad de México,  pero se ha quedado en el mundo analógico “soy un pordiosero electrónico; si necesitara un teléfono celular  en este momento sin duda te lo pediría a ti”, dice en una mesa anónima de un café del sur de la ciudad, “me distrae; es un aparato que saca de la realidad a quienes lo usan y los vuelve menos productivo”. Tampoco la realidad virtual de los 140 caracteres le llama la atención. “Soy muy perezoso, entro muy poco a Twitter como no uso smartphone; así que soy un tuitero sedentario”.

 

-¿Qué te gusta de Twitter?

– Me gusta  la posibilidad  de regresar a formas muy arcaícas, pero muy buenas de comunicación, como son las máximas, los pentámetros sin solemnidad, porque todo en Twitter es un borrador, no estás escribiendo en letras de mármol. Si se te ocurrió una puntada la lanzas.

 

“Arrecife” (Anagrama-Colofón), su nueva novela, habla de la violencia en México. Comienza con un asesinato, como cada mañana sucede en alguna parte del país, porque, explica, “la violencia se ha convertido en la gramática de comunicación. Las ejecuciones son firmas de autor: unos decapitan, otros dejan mensajes en el pecho, otros hacen la corbata colombiana, otros encajuelan, incluso hacen postproducción grabando autopsias que suben a YouTube y pagan narcocorridos”. El arrecife es un ecosistema coralino de aguas templadas con peces de colores por lo que es preferido por tiburones. Así es México, dice en una mesa anónima de una cafelibrería del sur de la ciudad.

 

-¿Cómo te imaginas este arrecife en 2030?

-Ufff. Tal y como están las cosas no veo una reserva ecológica; más bien imagino aguas en donde flotan pañales usados, hay restos de bloqueador solar y un vendedor de droga en la playa No nos queda otro remedio que ser renacentistas. Las mejores obras artísticas han salido del vientre de una sociedad devastada; en la película El tercer hombre, Orson Wells dice que a fin de cuentas la paz y la estabilidad de Suiza lo único que produjeron fue el reloj cucú, en cambio la guerra, la corrupción las mazmorras de Italia produjeron el Renacimiento, entonces, el mejor arte es una compensación del dolor y el sufrimiento.

 

-¿En este ecosistema acosado por tiburones el voto es parte de la solución?

– No creo que las elecciones del 1 de julio vayan a solucionar el problema que tenemos, pero no podemos bajar la guardia y debemos participar. La guerra absurda que empezó Felipe Calderón a 11 días de su mandato  no ha tenido resultados; cifras oficiales indican que va a terminar su gobierno con 60 mil muertos. Es un país que a donde tu voltees hay corrupción: en una editorial , un equipo de futbol, en una zona arqueológica, un sindicato, en una empresa, todo esta tocado por lo que Luis Alcoriza llamó “la mecánica nacional” en esa película donde todos se transaban unos a otros esta ronda no ha dejado de ocurrir.

 

Pero tranquilos: no todo es desencanto en el arrecife. En este ecosistema acosado por tiburones “hay héroes anónimos, una riqueza cultural extraordinaria, el gusto por la fiesta. Uno de los grandes enigmas es que pocas veces hemos estado tan mal, pero nos la pasamos tan bien; si recuerdas lo que has hecho en los últimos meses, la gente con la que  has estado, las fiestas a las que has ido, la gente que amas, no te la has pasado mal”. ¿Conclusión? La esperanza (también) de salvación de este paraíso marino teñido de rojo sangre por la matanza que realizan los tiburones es que el mexicano tiene una gran capacidad de llevar un carnaval dentro de su apocalipsis es lo que lo salva de la destrucción.

 

 @urbanitas