EL CAIRO. La religión se ha convertido en uno de los principales campos de batalla de la carrera electoral a la Presidencia egipcia, en la que los candidatos se definen por el grado en el que pretenden que el islam influya en la vida política del futuro Egipto.
En el foco de las discusiones figura el modelo de Estado y la separación entre religión y política en este conservador país árabe, cuya última Constitución estipulaba en su artículo 2 que el islam es la religión del Estado y los principios de la “sharía” (ley islámica) son la fuente principal de legislación.
La aplicación de esta Carta Magna, del año 1971, quedó suspendida el 13 de febrero de 2011, tras el triunfo de la revolución que puso fin al régimen de Hosni Mubarak, por lo que ante la falta de un marco constitucional la postura de los candidatos presidenciales sobre este asunto adquiere una mayor relevancia.
“Todos los candidatos utilizan la religión para ganar votos, pero el grado en que cada uno pretende hacer uso del islam si llega al poder es diferente”, explicó el experto en asuntos religiosos Ibrahim Ishak.
Entre los once aspirantes que finalmente concurrirán a los comicios, las opiniones son diversas, aunque no han supuesto grandes sorpresas para los electores, entre los que los liberales y cristianos son los más preocupados por el posible devenir islamista del país.
Uno de los favoritos a la Presidencia, el ex secretario general de la Liga Árabe Amro Musa, que se presenta como candidato laico, apoya sin ambigüedades la aplicación solo de los principios generales de la “sharía”, manteniendo el artículo 2 de la antigua Constitución.
En su programa electoral recoge que los fieles de otras religiones recurrirán a su propia fe para todos los asuntos relacionados con su estatuto personal.
De igual modo, otros candidatos laicos, entre ellos Ahmed Shafiq -último primer ministro de la era de Mubarak- y el nacionalista Hamdin Sabahi, hablan de “Estado civil”, el término utilizado en Egipto para desmarcarse de la instauración de un régimen religioso, y abogan por no modificar el citado artículo 2.
Sin embargo, aspirantes islamistas como el moderado Abdelmoneim Abul Futuh o el candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, defienden la preponderancia de la “sharía” para regir el destino de Egipto.
Abul Futuh, cuyo programa definitivo no hace referencia a este tema, defendía en un documento previo que en la ley islámica “se encuentra la identidad de la sociedad, su orden público y su estructura ética fundamental”.
Más claro es Mursi, cuya intención de aplicar la ley islámica ha sido uno de sus principales recursos en su lucha con Abul Futuh por el voto islamista, que en las elecciones legislativas demostró su poderío al dar a los partidos de esta tendencia tres cuartas partes de los escaños.
Ante el papel privilegiado que la religión juega en el debate electoral, en los comicios de los próximos días 23 y 24 los votantes deberán dirimir hasta qué punto el islam debe ser la referencia o no para el presidente que construya el nuevo Egipto.