Durante más de una década, desde que perdieron  la presidencia de la República en el año 2000, los priistas despreciaron y desperdiciaron toda idea de un cambio y una reforma necesaria a su partido. “Para que cambiar si así ganamos elecciones”, dijo una vez una dirigente del PRI, que resumía el desdén del viejo partido por la necesidad de reinventarse para ofrecer a los mexicanos algo distinto a su cuestionado pasado. Hoy su candidato presidencial paga esa resistencia al cambio.

 

 

El deslinde que ayer tuvo que hacer Enrique Peña Nieto del pasado autoritario del PRI, al que ofreció “no restaurar”, confirma que al candidato priista y a su partido sí les preocupa la aparición de marchas y movimientos que promueven el voto antipriista, sea por estudiantes organizados o por grupos afines a sus rivales.  La respuesta de Peña a esos grupos llegó en un ¨Manifiesto¨ en el que se compromete a no volver al antiguo autoritarismo de Estado.

 

Ayer en un mensaje leído ante académicos e intelectuales, pero que en realidad era la respuesta a los estudiantes que el fin de semana marcharon en su contra, e candidato del PRI tuvo que hacer un acto de contrición para prometer, en 10 puntos, que si gana la presidencia no gobernará con los viejos estilos ni revivirá viejas prácticas de 70 años de regímenes priistas como limitar  libertades políticas, la censura informativa, la corrupción, la violación de derechos humanos y la opacidad y falta de rendición de cuentas.

 

En eso se resume el decálogo político presentado ayer por Peña, que fue a la vez un deslinde de las viejas formas que, según sus detractores, volverían al poder si él gana la Presidencia.  Libertad de manifestación, de expresión, de religión, respeto a los derechos humanos, división de poderes  -acuerdos con el legislativo y respeto al Poder Judicial- respeto a la diversidad y apoyo a minorías, transparencia, combate a la corrupción con una Comisión Nacional que investigue actos de los tres niveles de gobierno, mejorar transparencia y un órgano autónomo ciudadano que supervise contratos de publicidad de los gobiernos, son algunos puntos suscritos por el priista.

 

Y es que a Peña le pesa, a estas alturas, la imagen de un partido viejo que no cambió ni hizo nada para modernizarse y romper con atavismos del pasado. El propio candidato fue durante mucho tiempo exponente de algo que falazmente llamaron ¨nuevo PRI¨, en la idea de un partido renovado sólo por presentar cuadros políticos más jóvenes al electorado, aunque en el fondo los usos y estilos políticos de esos rostros nuevos eran igual o peor que los de los dinosaurios priistas,.

 

Por eso llama la atención que Peña Nieto ahora proponga debatir y discutir sus 10 ideas una ¨presidencia democrática¨ y un ¨gobierno plural, sin unanimidades y respetuoso de las libertades y derechos de los mexicanos¨. Eso, en los hechos, es un reconocimiento tácito de que el pasado priista no fue ni plural ni democrático ni mucho menos transparente o respetuoso de los derechos humanos. Lo que propone Peña es reinventarse y reinventar la forma de gobernar que conocimos del PRI. La pregunta es si la oferta resultará creíble para aquellos sectores que ven el anunciado retorno priista un regreso al pasado. O lo que es lo mismo ¿puede cambiar el siempre viejo PRI?

 

NOTAS INDISCRETAS… Rodolfo Elizondo, integrante de la campaña de Josefina Vázquez Mota, llegó ayer puntual a la cita con Peña Nieto como parte del grupo de “Los Preguntones”, que se reunieron con el candidato priista en un hotel de Polanco. “¿Qué no estás metido en la campaña de Josefina?”, le preguntamos a Elizondo. “No tanto”, respondió. En ese mismo acto, otro panista, el ex secretario Fernando Gómez Mont, elogió al abanderado del PRI. “Veo en su propuesta a un hombre de su generación preocupado por la democracia”. Con esos amigos doña Jose… Se baten los dados. Serpiente.

 

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