El general Tomás Ángeles, hasta antes de ser acusado la semana pasada de nexos con el narcotráfico por el propio Ejército al que pertenece y sirvió, tenía la fama de ser un militar honesto. “Es de los pocos que están limpios”, solía decirse de él en las élites castrenses en donde no se le conoce, hasta ahora, una riqueza excesiva, propiedades o lujos.
Toda la vida se preparó para ser secretario de la Defensa, y cuando estuvo a punto de serlo, un veto de último momento se lo impidió y lo metió a una dinámica de confrontación con el actual secretario, Guillermo Galván Galván, e incluso con el de Seguridad Pública, Genaro García Luna, ambos ahora parte acusadora de los presuntos vínculos del general con narcotraficantes.
Tomás Ángeles llegó a ser visto como el secretario de la Defensa de Felipe Calderón. El actual presidente lo veía con aprecio y todo estaba dispuesto, durante la transición del 2006, para que él ocupara el despacho principal de la Sedena. Pero ocurrió que Germán Martínez, entonces uno de los hombres más cercanos a Calderón, recibió ciertas presiones de grupos empresariales de Jalisco que habían financiado la campaña calderonista y que no querían a Ángeles en Defensa. Germán convenció a Calderón de que no lo nombrara y argumentó que carecía de la experiencia de haber sido jefe de una Zona Militar en el país.
En lugar del general Ángeles, esos mismos empresarios jaliscienses sugirieron a Guillermo Galván Galván, que venía, nada más y nada menos, de la zona militar de Chihuahua, uno de los estados más afectados por el narcotráfico y sede del entonces poderoso Cártel de Juárez. El presidente electo cedió a las presiones y, en señal del aprecio y reconocimiento que le tenía a Ángeles, lo envió de subsecretario a la Defensa, cargo que ocupó a regañadientes del general secretario y en el que fue prácticamente congelado por el alto mando.
Tras dos años de tensiones dejó la subsecretaría de la Defensa y se quedó, literalmente, en el desempleo. Es en esa época cuando tuvo su primer contacto con Enrique Peña Nieto. El jefe de seguridad del entonces gobernador del Estado de México lo buscó para ofrecerle una asesoría directa con el mandatario. Ángeles se mostró interesado y hubo un encuentro con el funcionario peñista. Cuando estaba por cerrarse la contratación, hasta el despacho del gobernador entró una llamada telefónica: era el secretario Guillermo Galván Galván que le ¨recomendaba¨ al gobernador Peña “mejor no contrate al general Ángeles”.
Peña aceptó la “sugerencia” del general secretario y Tomás Ángeles fue avisado por el jefe de Seguridad que el gobernador había decidido no contratarlo, por ahora. Ahí comenzó el conflicto que ahora tiene al general DEM bajo arraigo y, según denuncian sus familiares, incomunicado. Ángeles se sintió traicionado por Calderón y comenzó a soltar información y a filtrar señalamientos contra personajes del gabinete de seguridad, principalmente Genaro García Luna.
El siguiente acercamiento con Peña ocurrió la semana pasada, cuando el general fue invitado por la Fundación Colosio a exponer sus propuestas sobre seguridad nacional, junto a otros 6 expertos, en San Luis Potosí. Ese encuentro con Peña, que duró apenas una hora, fue la causa que detonó su detención y las acusaciones, hasta ahora sin un expediente conocido, de nexos con el narcotráfico. El mismo Calderón, que algún día quiso nombrarlo su secretario de Defensa, ayer lo condenó en una declaración lapidaria: “No aceptaremos actos ilícitos en el Ejército, vengan de quien vengan” ¿Qué venganza está pagando el general?, ¿tienen realmente pruebas contundentes en su contra que lo vinculen a los Beltran Levya como se ha filtrado o sólo saldrán con sus dudosos testigos protegidos al estilo García Luna?
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