Hace un par de meses el arquitecto Mario Schjetnan Garduño me propuso dar una conferencia sobre el Bebeleche Museo Interactivo de Durango, en el marco de la XCI Asamblea Nacional de Arquitectura de la Federación de Colegios de Arquitectos de la República Mexicana (FCARM), que este año tuvo lugar en Durango la semana pasada, bajo el lema “Por una Arquitectura Responsable” y “Cambiando Paradigmas”. Se trata de un evento que vincula a la sociedad y a las autoridades con los arquitectos de todo el país, y que además de presentar exposiciones, conferencias y paneles de expertos, organiza la Bienal de Arquitectura Mexicana desde hace 24 años.

 

Durango es una ciudad  donde la luz y los cielos azules son protagonistas, aunque en esta ocasión llamó más la atención la afortunada ausencia de propaganda política en las calles –me brinco la lectura que a esto se quiera dar-.

 

El recinto en donde tuvo lugar el evento fue un centro cultural y de convenciones bien acondicionado, en lo que fuera un hospital civil proyectado a finales del siglo XIX.  Cierto ejemplo de re-utilización de un edificio patrimonial. En este contexto se presentaron a su vez, la noche del pasado jueves, la exposición y la premiación de la XII Bienal de Arquitectura Mexicana, en un jardín que custodia una serie de murales de cantera con bajo relieves que muestran la historia de Durango, y que sirvieron de escenario para la ceremonia que inició con la premiación de un concurso local para un “Hito Urbano” conmemorativo de los 450 años de la fundación de la Ciudad, ganado por los duranguenses Eugenio Soto y Ángel Leopoldo Orrante. Acto seguido, la XII Bienal reconoció la producción arquitectónica de los últimos dos años (sin duda una magnífica selección de entre 361 despachos de arquitectura participantes) mediante la entrega de menciones Honoríficas y Medallas de Plata a obras y proyectos en 31 categorías, y un gran premio y medalla de oro que en esta ocasión fue para la Restauración del Antiguo Convento de Santa María Magdalena de Cuitzeo de los arquitectos Carlos A. Salomón Madrigal y Philippe De Reiset.

 

El hecho de premiar a una obra de restauración con la medalla de oro, puede advertirse como un mensaje acaso oportuno que busca comunicar que el premio puede obtenerse desde cualquier género y escala, y anima a la reflexión del oficio no solo como obra nueva sino como re-utilización, además de la salvaguarda del patrimonio arquitectónico, por supuesto.

 

El arquitecto Eduardo Torres Alanís –comisionado para la celebración de las bienales nacionales de la FCARM-  dio lectura a una serie de recomendaciones del jurado a considerar para las próximas bienales, de las que resonaban el cuestionamiento de mantener la categoría de trabajos académicos, la contextualización de las obras para evitar caer en simples concursos de fotografía, o incrementar la atención en temas de sostenibilidad también. Yo agregaría, como lo sugerí al final de mi conferencia, que se considere mucho más al usuario en la decisión los premios.

 

Pude percibir en Durango un ambiente muy favorable para el intercambio de ideas y la difusión o el conocimiento de la nueva arquitectura que se está haciendo en México, posiblemente  más liberada de su pasado inmediato y de cierta búsqueda que parece apuntar hacia la moderación y la sensatez que reclama nuestro tiempo.

 

Independientemente de las conclusiones que se deriven de esta Asamblea Nacional de Arquitectura y que seguramente serán dadas a conocer por la FCARM, aquí mi agradecimiento por la invitación y por su gran hospitalidad. Enhorabuena y felicidades a todos los ganadores.

 

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