VATICANO El Vaticano conduce una escrupulosa investigación sobre los motivos del mayordomo pontificio para traicionar la confianza del papa y encaminada a identificar posibles cómplices en la filtración de documentos confidenciales.

 

En las últimas horas trascendieron detalles del proceso judicial que tiene como protagonista a Paolo Gabriele, de 46 años de edad, “ayudante de cámara” de los aposentos papales y arrestado el miércoles último en posesión ilícita de material reservado.

 

El mayordomo es el sospechoso de haber desencadenado el “vatileaks”, la crisis provocada por la fuga de información sobre los temas más delicados del pontificado de Benedicto XVI y que azota al gobierno central de la Iglesia católica desde inicios de 2012.

 

Conocido como “Paoleto”, actualmente se encuentra recluido en una celda de seguridad de cuatro metros por cuatro ubicada al interior del cuartel de la Gendarmería Vaticana. Allí pasó las últimas cuatro noches, dedicando gran parte de su tiempo a la oración.

 

Según informó la víspera el portavoz de la Sede Apostólica, Federico Lombardi, el imputado ya eligió a dos abogados de confianza que lo representarán ante los tribunales vaticanos donde deberá responder por el delito de “robo agravado”.

 

Aunque la prensa italiana ha especulado sobre la posibilidad que el camarero sea incriminado por violación de la correspondencia de un jefe de Estado o por atentado contra la seguridad del Estado, actos que contemplan penas de hasta 30 años de cárcel.

 

También en las últimas horas se ha reforzado la hipótesis de un verdadero complot contra el papa, en el cual estarían involucrados otros empleados de la Santa Sede.

 

Esto porque la detención de Gabriele fue confirmada luego del descubrimiento, en su casa ubicada en territorio vaticano, de una “mole” de informes confidenciales, varias cajas junto a las cuales fueron encontrados equipos de fotografía y fotocopia de documentos.

 

Y aunque todavía no se han verificado otras detenciones, Lombardi no descartó esa posibilidad advirtiendo que “si es necesario ejecutar otros actos, se ejecutarán”.

 

Según publicó el diario italiano La República, entre los “cuervos” (responsables de la filtración de documentos) estaría una joven mujer, casada, que presta servicio en el Palacio Apostólico y que no teme ser incriminada, porque su ciudadanía es italiana.

 

Agregó que la mujer, que presta servicio al pontífice desde la época de Juan Pablo II y no responde al secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, habría acompañado en marzo pasado a Benedicto XVI en su viaje a México y Cuba.

 

La Comisión de Cardenales responsable de identificar a los “cuervos” (se habla de unos 20 en total, distribuidos en diversas oficinas papales) trabaja en estrecho contacto con la Gendarmería Vaticana con el objetivo de llegar a fondo en un escándalo que ya dio la vuelta al mundo.

 

Encabezada por el purpurado español Julián Herranz, miembro de la prelatura apostólica del Opus Dei y expresidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, está compuesta también por Joseph Tomko y Salvatore De Gregori.

 

Mientras tanto en El Vaticano crece el estupor y la incredulidad por la traición de Paolo Gabriele, quien trabajaba en los apartamentos papales desde 2006 luego de haber prestado servicio en la Prefectura de la Casa Pontificia.

 

Algunas fuentes han sugerido la posibilidad de que se trate de un “chivo expiatorio” porque siempre fue conocido como una persona devota, fiel al papa y que nunca despertó sospecha.

 

Los investigadores buscan identificar el por qué de sus acciones y, sobre todo, si éstas fueron inspiradas por alguna personalidad más poderosa.