Conocí providencialmente al arquitecto Tomás José Sanabria (Caracas 1922 – Caracas 2008) en el verano de 2006; a sus 84 años gozaba de gran salud y de mucha energía. Alumno de Walter Gropius y compañero de I.M.Pei en Harvard, fue arquitecto del mítico Hotel Humboldt de Caracas, en la cima del Parque Nacional “El Ávila” –una cordillera que separa a la ciudad del litoral, un bello escenario- y autor de una obra arquitectónica emblemática para Venezuela (el Banco Central, la Biblioteca Nacional, o el Conjunto Electricidad, por mencionar solo algunas). En noviembre del mismo año estaba recibiendo, aquí en México, la primera Medalla Antonino Attolini Lack por parte de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Anáhuac México Sur. Un acierto mayor.

 

Recordar este evento memorable tanto para un servidor como para la escuela, puede ayudar –es la idea- a reflexionar sobre el estado de las cosas y sobre un futuro al fin y al cabo  todavía incierto para nuestras ciudades.

 

La conferencia que impartió para recibir su premio abordó 7 temas fundamentales del quehacer arquitectónico que vale la pena recordar casi 6 años después: “trópico mandatorio”, “aceras y ciudad”, “la ciudad como hecho político”, “arquitectura y psicología”, “arquitectura y diseño urbano”, “sketches”, y “volar y planificar”. Intentaré hacer un destilado de la magistral ponencia:

 

En el trópico mandatorio se refiere a la “arquitectura tropical” término que en primera instancia remite a la costa o a la playa, pero que en realidad alude a la franja entre los trópicos de cáncer y de capricornio; las condiciones del clima y una reflexión sobre la globalización: ¿por qué importar arquitectura nórdica para ponerla en la costa del Pacífico (trópico)?…eso ya pasa todo el tiempo, un despropósito. En las “aceras” (banquetas) refrenda la invasión del automóvil a una ciudad históricamente peatonal reiterando que privilegiar al peatón y al ciclista es garantizar una mejor formad e vida. La Ciudad como hecho político alude a la vorágine de problemas derivados del crecimiento urbano desbordante (movilidad, agua, basura, seguridad, etc.) y en la relación de arquitectura y psicología reflexiona sobre el respeto hacia el cliente y al usuario como valor supremo de nuestro oficio. Arquitectura y diseño urbano se presentan como indisolubles, ya que no “debe” existir el uno sin el otro. Los “Sketches” de Sanabria son un portento; croquis de viaje y de estudio que superan a las fotografías en su expresión representando un verdadero contagio de la pasión y del cariño por el oficio para los estudiantes; y por último el “vuelo” como punto de vista privilegiado para comprender cualquier asentamiento humano…Tomás Sanabria tuvo el privilegio de pilotear su avión propio durante años…antes del Google Earth.

 

Durante su estancia en la Ciudad de México Sanabria visitó la Casa Attolini, con un desayuno inolvidable,  la Casa Luis Barragán, el Museo Tamayo y el Colegio de México, de Teodoro González de León. Cuando nos aproximamos al Colmex se mostró particularmente exultante. Brincó del coche y reconoció la verdadera “arquitectura tropical” que siempre promovió: sombra provocada por el manejo de pérgolas, parteluces, concreto expuesto –en este caso martelinado-, y sobre todo la calles y plazas interiores que generan diversos lugares de encuentro. Quedó notablemente maravillado allí…Revisar la obra y el legado de Tomás José Sanabria, seriamente tropical como tanto insistía, ayuda a distinguir problemas y soluciones compartidas ciertamente con Latinoamérica. La globalización no implicaría desoír las coordenadas nuestras, y el bienestar anhelado en el espacio público no debería imaginarse sin arquitecturas de calidad, y por consiguiente propias.

 

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