En febrero pasado, en este espacio, hablé con preocupación de que la candidatura de Gabriel Quadri pudiera no sólo traer propuestas buenas de parte de un candidato intelectual sin posibilidades de ganar, sino propuestas fuera de lugar que se tradujeran en propuestas fáciles para el resto de los candidatos. En concreto me referí a un planteamiento anterior de Quadri respecto a los trenes de alta velocidad, y su posibilidad de detonar el desarrollo económico.
Quiero volver al tema de los trenes de alta velocidad en virtud de que un candidato, Andrés Manuel López Obrador, ya hizo un planteamiento al respecto: construir trenes de alta velocidad en tres rutas: México – Querétaro – Monterrey – Nuevo Laredo; México – Querétaro – Guadalajara – Tijuana; y Palenque – Cancún. El planteamiento central es: México puede moverse por tren como las potencias europeas y el desarrollo de esta infraestructura generará empleo.
¿Pueden los trenes de alta velocidad detonar el desarrollo en México? De entrada veo formados en la oficina de Javier Jiménez Espriú, un destacado ingeniero que López Obrador propone como Secretario de Comunicaciones y Transportes, a los representantes de Alstom, Bombardier, CAF y Siemens, empresas que suelen participar en la fabricación y señalización de trenes, buscando influir en las bases del proyecto. Podrá ser que los trenes se armen en México, que las vías y puentes se hagan con ingenieros y obreros mexicanos, pero al final de cuentas, México no tiene tecnología para construir trenes de alta velocidad y no la tendrá en 20 años. Si el proyecto está planteado con un horizonte sexenal no funcionará, o peor aún, porque así está la propuesta, que los 90 mil millones de dólares que costaría el proyecto (sí, ya sé, producto de los ahorros por la austeridad republicana) den paso a la alta velocidad mexicana en tres o cuatro años.
Yo sólo veo una ruta para que la alta velocidad detone el desarrollo nacional: seguir el modelo chino. Los países que se destacan por su red de alta velocidad (Alemania, Francia, España, Japón y China) tienen una industria nacional de trenes fuerte, la desarrollaron por décadas. El caso chino destaca porque básicamente fue en tres lustros que lograron planear y construir la red de alta velocidad más grande del mundo.
El planteamiento que hago es congruente con la visión de López Obrador de apoyar el empleo nacional, sólo que con más paciencia: invitemos a las empresas relacionadas con el ferrocarril a participar en un conglomerado industrial con capital del Gobierno Federal. Cada una de las empresas hará lo que pueda hacer con una alta integración nacional, en México y a costos competitivos; el gobierno participa en el conglomerado como socio mayoritario mas no como administrador, de tal suerte que la empresa, al ser de participación estatal mayoritaria puede omitir los concursos, a cambio de:
Que sus costos sean iguales o mejores que los equivalentes internacionales.
Que el socio administrador tenga los incentivos adecuados para que la calidad de sus productos (trenes, vías, señalización, ingeniería, tecnología, etc.) sea competitiva a nivel internacional y genere capacidad de exportación y fuerza internacional de ventas.
Es decir, lo que estoy proponiendo es que los actores que ya participan en los trenes en México tengan el negocio garantizado durante 20 años a cambio de que se hagan socios del gobierno, compartan su tecnología, construyan en México con un muy alto y creciente nivel de integración nacional, bajo un horizonte de largo plazo y no proyectos a tres o cuatro años. Entonces sí, si vamos a invertir 90 mil millones de dólares en proyectos de alta velocidad, o más, es fundamental que la mayor parte del recurso termine circulando en México y que incluso esta empresa termine exportando su tecnología.
@GoberRemes